Todos hemos
oído hablar de los valores del deporte: constancia, capacidad de
sacrificio, trabajo en equipo, esfuerzo, afrontar retos… Estos valores
se asocian a la imagen de los deportistas, y está bien, porque un
deportista que ha llega a lo más alto tiene que haber destacado en todos
ellos.
Pero también parece que el haber
obtenido reconocimiento a tu esfuerzo y trabajo lleva asociado el
convertirte en un ejemplo a seguir, principalmente por los más jóvenes. Y
es en este punto donde quizás las cosas empiezan a desvirtuarse.
¿Alguien les ha preguntado a los deportistas si quieren ser un ejemplo
para las generaciones venideras? ¿Es justa esta exigencia? ¿Es justo
exigir a un deportista que se convierta en un referente para los más
jóvenes cuando toda su energía y concentración están orientadas a unos
objetivos deportivos? Al fin y al cabo su club le ha contratado para
entrenar y focalizarse en mejorar física y técnicamente…
Así que parece que tenemos un mundo por
explorar: Clubs, Federaciones, Comités Olímpicos… Estas entidades, en su
mayoría, tienen objetivos que no son exclusivamente deportivos. Muchos
clubes realizan y, en muchos casos forma parte de sus estatutos
fundacionales, actividades vinculadas con los jóvenes y niños. Las
Federaciones tienen entre sus funciones la de desarrollar y potenciar la
práctica deportiva entre la población y muy especialmente entre los mas
jóvenes. Y los Comités Olímpicos defienden los valores del Olimpismo y
los transmiten a la sociedad.
¿Son estas entidades las que deberían
realizar esfuerzos y destinar recursos para transmitir esos valores a
través de los deportistas? Seguramente es una mezcla de todo. Las
entidades deberían destinar recursos y esfuerzos en transmitir los
valores del deporte y utilizar a sus mejores embajadores, los
deportistas. Y los deportistas deberían ser conscientes de que la parte
deportiva es muy importante, pero que también deberían devolver una
parte de su éxito y reconocimiento a la sociedad.
Una solución podría ser que los clubes
dedicaran tiempo y recursos en formar a sus deportistas para
convertirlos en sus perfectos embajadores y un ejemplo para los jóvenes.
Del mismo modo que los deportistas deberían entender que ellos, aunque
no lo hayan decidido de mutuo propio, son un espejo en el que la gran
mayoría de los jóvenes se miran.
Además, redundaría en un beneficio para
todos. Cuando un club ofrece una buena imagen al mundo, esto le coloca
en una posición muy ventajosa ante los Sponsors que quieren vincularse a
aquel club que el mundo percibe como referente.
Si los deportistas son valorados por los seguidores no sólo por su juego y éxitos, sino también como personas, seguramente sus contratos mejorarán, porque el público, que es el que finalmente paga, querrá tenerlos en sus equipos.
Si los deportistas son valorados por los seguidores no sólo por su juego y éxitos, sino también como personas, seguramente sus contratos mejorarán, porque el público, que es el que finalmente paga, querrá tenerlos en sus equipos.
Y los jóvenes tendrán en sus ídolos el
reflejo de valores como el sacrificio, el esfuerzo, la constancia, el
respeto, el trabajo en equipo… además de la educación, la
responsabilidad, la preocupación por los demás, la comunicación, etc…
¿Quién no quiere transmitir a sus hijos estos valores?
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