La actividad deportiva es siempre beneficiosa para el organismo. Sin embargo, cuando ésta se incrementa de forma importante e intensa, pueden aparecer adaptaciones y cambios en nuestro organismo que se reflejan de forma clara en un análisis de sangre y no tienen porqué suponer un problema. Si nuestro médico no está familiarizado con la medicina deportiva, muy probablemente se alarme cuando analice los resultados de dichos análisis, pero que son normales en personas con un nivel de exigencia física alto. A continuación vamos a detallar los parámetros más interesantes y obligados a escrutar en un análisis de sangre rutinario en todo deportista.
HEMOGRAMA:
En este apartado, se evalúan las células que circulan por el torrente sanguíneo. Las células rojas o hematíes, son las que dan el color rojo a la sangre y son las encargadas del transporte de oxígeno, gracias a la hemoglobina que almacena en su interior. Cuando su número desciende de forma importante, se produce la anemia. Ésta es muy frecuente sobre todo en el sexo femenino, y la causa más común es por déficit de hierro, debido a una dieta no equilibrada con una insuficiente ingesta o a las pérdidas menstruales. Es frecuente la presencia de anemia es situaciones de especial desgaste como en los corredores de fondo y ultrafondo. No todo atleta que sufra anemia va a manifestar ésta clínicamente. El organismo adopta medidas compensatorias que evitan que la persona lo note, como es el caso de “fabricar” más células transportadoras de oxígeno, pero éstas son más inmaduras y, por tanto, más pequeñas. Cuando esto ocurre, la anemia tiende llevar tiempo de evolución. Si suplementamos con hierro y alimentos ricos en él, conseguimos evitar la anemia.
Hay un fenómeno a tener en cuenta en deportistas, que es la “falsa anemia”. En ellos se incrementa el volumen de plasma, que es el medio en el que flotan las células en la sangre. Esto hace parecer que haya menor porcentaje de células rojas y que se considere anemia, cuando es un hecho fisiológico. Los corredores bien entrenados tienen hasta 1 gramo por decilitro menos que las personas que no practican deporte, siendo este hallazgo completamente normal. Cuando estamos unos días sin entrenar, esta “falsa anemia” desaparece.
BIOQUÍMICA:
Valoramos la función hepática, renal, el estado de la musculatura y los niveles de algunos iones importantes.
-Función hepática: Se mide mediante la valoración de 3 enzimas, la GOT, la GPT y la GGT. La GOT se origina también en el músculo, riñón y hasta en el cerebro. Su pico máximo de elevación se produce a las 24-48 horas tras la competición, pero vuelve a niveles normales en 3-4 días. Es la más importante de las tres.
-Función renal: Se mide mediante la urea y la creatinina. Tras un ejercicio intenso y si el aporte de líquido es insuficiente, nos deshidratamos y estos dos parámetros aumentan en sangre, sobre todo la urea. Una vez rehidratados, los valores se normalizan. Si nos hacemos un análisis de orina, es frecuente encontrar la presencia de sangre, pero a niveles tan pequeños que no decoloran la orina, manteniendo ésta su color normal. Lo mismo ocurre con las proteínas en la orina, sobre todo la mioglobina, que es la proteína que transporta oxígeno dentro del músculo. Cuando las fibras musculares se rompen durante el ejercicio (rabdomiolisis), ésta se libera, pasa a sangre y de ahí a los riñones y orina. Todo ello debe aclararse transcurridos dos o tres días desde el esfuerzo.
-Función muscular: Se mide gracias a dos enzimas como son la CPK y la LDH. La CPK se origina en el músculo y en el corazón. Aumenta de forma importante con el ejercicio, sobre todo dentro de los dos primeros días. Se normaliza en dos o tres días, pero si el esfuerzo ha sido muy importante, puede tardar hasta una semana en alcanzar valores normales. La LDH también se incrementa con el ejercicio a las pocas horas y se recupera mucho más rápidamente que la CPK.
-Ferritina: Nos da una idea de los depósitos de hierro de los que disponemos. Cuando ésta se encuentra baja pero aún no ha disminuido el número de células rojas, no hay anemia, pero este hallazgo nos indica que estamos predispuestos a sufrirla en un corto período de tiempo. Hay que suplementar con hierro oral.
-Iones y minerales: El calcio es importante para la calidad del hueso, dientes, coagulación sanguínea y la función muscular. Compite con otros iones por ser absorbido en el intestino, como en el caso del hierro. Si tomamos suplementos de calcio de forma innecesaria, el hierro no se absorberá y tendremos anemia.
El fósforo juega un papel importante en la calidad del hueso y en el metabolismo energético dentro del músculo, ya que hay dos compuestos que contienen fósforo en su mayoría y son muy importantes como creador de energía: ATP y fosfocreatina. Si su nivel en sangre baja, se produce fatiga y debilidad muscular.
El sodio es un mineral esencial implicado en el equilibrio hídrico del organismo. La ingesta media debe ser 1,5 gramos por día. Debido a las pérdidas por sudor, es necesario aumentar su ingesta sobre todo en días calurosos. Es un ingrediente clave de las bebidas isotónicas ya que favorece el deseo de beber para mantener el volumen de plasma perdido. Cuando no se repone correctamente, aparecen los temidos calambres y contracturas.
El potasio es el principal mineral que se encuentra dentro de las células. Está implicado en las contracciones musculares. Su déficit es raro y sólo se produce en situaciones como diarreas abundantes o vómitos persistentes o uso abusivo de diuréticos o laxantes. Se suele perder poco potasio por el sudor, luego no afecta seriamente a los deportistas que se encuentran bien nutridos.
El hierro es fundamental para formar compuestos transportadores de oxígeno como es la hemoglobina en la sangre y la mioglobina en el músculo. La cantidad de hierro que se absorbe, va a depender de la cantidad de hierro almacenado. Raramente se absorbe más del 20% del hierro contenido en los alimentos que se consumen. Ojo a la obsesión por los carbohidratos que pueden tener los corredores sobre todo, descuidando así el consumo de carne, y por tanto, disminuyendo el aporte de hierro.
El fósforo juega un papel importante en la calidad del hueso y en el metabolismo energético dentro del músculo, ya que hay dos compuestos que contienen fósforo en su mayoría y son muy importantes como creador de energía: ATP y fosfocreatina. Si su nivel en sangre baja, se produce fatiga y debilidad muscular.
El sodio es un mineral esencial implicado en el equilibrio hídrico del organismo. La ingesta media debe ser 1,5 gramos por día. Debido a las pérdidas por sudor, es necesario aumentar su ingesta sobre todo en días calurosos. Es un ingrediente clave de las bebidas isotónicas ya que favorece el deseo de beber para mantener el volumen de plasma perdido. Cuando no se repone correctamente, aparecen los temidos calambres y contracturas.
El potasio es el principal mineral que se encuentra dentro de las células. Está implicado en las contracciones musculares. Su déficit es raro y sólo se produce en situaciones como diarreas abundantes o vómitos persistentes o uso abusivo de diuréticos o laxantes. Se suele perder poco potasio por el sudor, luego no afecta seriamente a los deportistas que se encuentran bien nutridos.
El hierro es fundamental para formar compuestos transportadores de oxígeno como es la hemoglobina en la sangre y la mioglobina en el músculo. La cantidad de hierro que se absorbe, va a depender de la cantidad de hierro almacenado. Raramente se absorbe más del 20% del hierro contenido en los alimentos que se consumen. Ojo a la obsesión por los carbohidratos que pueden tener los corredores sobre todo, descuidando así el consumo de carne, y por tanto, disminuyendo el aporte de hierro.
CONCLUSIONES:
1. Es necesario realizarse una analítica completa, al menos, una vez al año, independientemente de nuestra actividad deportiva. Si ésta es de alta intensidad, se recomienda cada 6 meses.
2. Si sufrimos episodios de fatiga frecuentes, decaimiento, cansancio en exceso, es importante consultar al especialista, quien probablemente nos solicitará un estudio analítico y nos valorará convenientemente.
3. Es conveniente que los resultados de la misma sean interpretados por un médico con experiencia en medicina deportiva. Algunos parámetros que pueden ser anormales en cualquier persona, son normales en determinadas situaciones post-esfuerzo.
4. La mayoría de los parámetros con valores anormales, deben normalizarse días después de la competición. Si esto no ocurre, se deberán realizar más exploraciones para diagnosticar la causa.
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