Las articulaciones son estructuras muy comprometidas que en ocasiones descuidamos con malos hábitos diarios. Uno de ellos es crujirse la articulación, de forma voluntaria por pequeñas manías aprendidas, o de forma involuntaria por una lesión permanente que tenemos. Dedos, rodillas o tobillos son las más afectadas pero independientemente de la localización debemos tener cuidado con ellas. Los deportistas sufren este hecho usualmente y a continuación te decimos por qué se produce y si es perjudicial o no.
Una articulación está compuesta por múltiples microestructuras como huesos, ligamentos, tendones o cartílagos, entre otras. Permiten un movimiento que oscila según el rango articular de cada una (ROM) de ahí que sea tan importante trabajar en rangos completos durante la musculación para darle funcionalidad al ejercicio. El chasquido o crujido se produce cuando una de estas estructuras sufre una aceleración distinta al resto, produciéndose el choque entre dos partes rígidas.
Cuando este hecho se produce en contadas ocasiones, no quiere decir que la salud articular de esa localización esté dañada, simplemente que se ha producido el roce anteriormente descrito. Sin embargo cuando el crujido es constante, como sucede en los tobillos tras numerosos esguinces, sí es una señal de alerta de que algo va mal. Entonces se debe planificar un trabajo específico que evite alterar todavía más la articulación. Recomendaciones más eficaces:
- Entrenamiento funcional con inestabilidad específico para articulaciones.
- Alimentos ricos en colágeno para proteger la articulación.
En conclusión podríamos afirmar que el crujido de articulaciones espontáneo no es perjudicial en sí mismo, pero sí deteriorará la articulación a medio y largo plazo cuando se provoca diariamente. Si quieres tener unas articulaciones sanas ya sabes: no las hagas crujir.
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