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sábado, 13 de abril de 2013

APRENDER A ACEPTAR EL OPTIMISMO


Muchos piensan que siempre hay que estar contentos, alegres y positivos. Nada más alejado de la realidad.
Es imposible para una persona permanecer siempre en esas emociones; imposible y nada aconsejable para una buen estado mental y un adecuado equilibrio emocional. Nunca podremos cambiar algo que no nos gusta si primero no somos capaces de aceptar que nos pasa algo que no deseamos.

Una cosa es que la persona sea optimista y positiva, pero cuando llega una época de dolor, tristeza o sufrimiento, hay que sacar hacia afuera el dolor, la rabia, la pena... los sentimientos que en esos momentos afloran y expresarlos sin miedo. Debemos darnos permiso para llorar, gritar y sacar todo lo negativo hacia afuera. No debemos disimular ni intentar bloquear algo que nos produce dolor o nos provoca tristeza o rabia. Ese sentimiento contenido y disimulado es algo que se puede ir acumulando y afectando, no sólo a nuestra salud psicológica sino también física. Al final, estas emociones acaban manifestándose en forma de explosión.
Lo que sí se debe hacer, es no estancarse en esas emociones, luchar por salir adelante, buscar la salida, ya sea por medio de familiares, amigos o profesionales. No dejaremos que la negatividad y el pesimismo nos atrapen y dirijan nuestra vida. Entonces sí que resultaría un problema.

Aceptar las emociones negativas supone darse cuenta y asumir que no somos perfectos, que no tenemos que estar todo el tiempo con buena cara y con la sonrisa de oreja a oreja. Supone también que es algo que nos enriquece como personas y que tiene un resultado positivo: nuestro crecimiento personal.

Las personas positivas y optimistas saben que todo lleva un proceso y lo aceptan, para luego, poco a poco, ir saliendo de ese túnel hasta ver la luz de nuevo. En ese momento salen con más fuerza y ganas de luchar que nunca.
Las emociones negativas, lo queramos o no, al igual que las positivas forman parte de nosotros. La alegría, la risa, el buen humor, conviven con la pena, el dolor, la apatía... pero lo importante es saber cuándo hay que salir de ese estado para que no nos perjudique.


Los enfermos renales pasamos por muchas épocas y por muchas fases... continuamente. Por ello, debemos aceptarlo y adaptarnos a cada situación. Es importante estar preparado para lo que nos pueda deparar la vida y cuando ese momento se presenta, lo afrontaremos.

Debemos aceptar que habrá temporadas que no tendremos ganas de reír o de estar contentos, pero haremos todo lo posible por superarlo y que nuestro buen humor, ganas de luchar y optimismo vuelvan a surgir de nuevo, al igual que el "Ave Fenix" surge de sus cenizas. De esta forma aprenderemos de todas nuestras experiencias, ya sean malas o buenas.

Ana Hidalgo



 
 

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