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sábado, 20 de septiembre de 2014

LOS NUTRIENTES EN EL DEPORTE: AGUA Y ELECTROLITOS


Los nutrientes en el deporte: Agua y electrolitos Uno de los síntomas más característicos del ejercicio físico o de la actividad deportiva es el sudor. Éste no es más que una forma de perder agua para equilibrar la temperatura corporal. La cantidad de agua que se llega a perder puede ser lo suficientemente importante como para llegar a la deshidratación si no se actúa correctamente. Por tanto, la reposición de líquidos debe ser una de las principales preocupaciones de los preparadores físicos y de los deportistas.
Existe una creencia, cada día más en entredicho, que aconseja beber líquidos con elevado contenido salino para aumentar el rendimiento, lo que no parece una idea muy correcta. Sí se sabe que la sudoración supone pérdida de agua y de diferentes electrolitos: cloro, sodio, potasio, calcio, magnesio, etc. Por lo tanto, la reposición hídrica no puede sólo consistir en reponer agua y sal, además debe introducir el resto de electrolitos, cuya misión dentro de la actividad deportiva está bastante definida:

Potasio
Función muscular
Almacenamiento de glucógeno
Equilibrio hídrico
Sodio
Equilibrio hídrico
Activación enzimática
Calcio
Activación de nervios y músculos
Contracción muscular
Magnesio
Activación enzimática
Metabolismo de proteínas
Función muscular
Fósforo
Formación de ATP
Los nutrientes en el deporte: Agua y electrolitos
La importancia de los minerales obliga a ser muy cuidadosos con objeto de asegurar las necesidades mínimas, motivo por el que es muy importante respetar las RDA (Recomendaciones Dietéticas Aconsejadas). También se recomienda que se tomen en cantidad suficiente a través de una dieta sana, equilibrada y mixta, adecuada al deportista, y que no se utilicen compuestos tipo “suplementos vitamínicos”.
Aunque con las cantidades recomendadas por la RDA se cubren las necesidades generales, en la dieta del deportista hay que tener en cuenta otras particularidades directamente dependientes del acto deportivo:

  • La duración de la prueba.
  • La intensidad con la que se practica.
  • Las condiciones climáticas externas (temperatura y humedad).
Estas condiciones marcan el momento y la cantidad en la que se deben aportar las raciones adecuadas. El objetivo es cubrir las pérdidas “extra” que se produzcan. Como dato indicativo, se admite que con un trabajo corporal intenso en un clima moderado, la pérdida de agua es de aproximadamente 1-1,5 l/hora.
Las normas a tener en cuenta para conseguir un aporte adecuado de líquidos en un acto deportivo son las siguientes:
  • Asegurar que se compensan las pérdidas, sobre todo en deportes de resistencia.
  • Rechazar el suministro de tabletas de sal aisladas.
  • Beber líquido sin una cantidad de sal adecuada (agua del grifo, té, refrescos, etc.) es poco acertado, ya que puede ocasionar una mayor pérdida de electrolitos y producir “rampas musculares”.

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