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domingo, 26 de abril de 2015

CORREDOR....¿POR QUÉ TIEMBLAS?

Periostitis tibial y tendinitis aquílea: estiramiento de los músculos gemelo y sóleo

Tendinitis del tendón de Aquiles
Una de las lesiones más frecuentes entre los corredores es la tendinitis o inflamación del tendón de Aquiles. El tendón de Aquiles es el tendón más grande, fibroso y voluminoso del cuerpo, capaz de soportar hasta doce veces su peso durante la carrera. Este músculo es el encargado de realizar la flexión plantar del pie y, por ello, del despegue del talón durante la marcha o carrera. En la tendinitis, este tendón y los tejidos de alrededor se inflaman, produciéndose un dolor intenso en la zona del talón.
Se trata de un dolor punzante y constante que aparece de forma gradual y que disminuye durante el entrenamiento, pero que vuelve a aparecer al finalizarlo. Otros síntomas son la rigidez muscular y la limitación de movimiento del tobillo al levantarse por la mañana después de la inactividad que remite al caminar. Es más frecuente en mujeres corredoras, ya que el uso de zapatos de tacón influye sobre la tendinitis y, aunque todavía no se ha demostrado que llegue a causarlo, se recomienda espaciar el uso de este calzado durante un tiempo.
Algunas de las causas que pueden llegar a producir esta lesión en los corredores pueden ser: el uso de zapatillas inapropiadas, correr en terrenos excesivamente duros o blandos y en terrenos ascendentes, tener una mala técnica en la pisada o por una sobrecarga en el entrenamiento, ya sea en intensidad o en kilometraje. Los corredores que hayan padecido con anterioridad este tipo de tendinitis pueden pasar de una lesión aguda a crónica, por lo que se recomienda buscar la causa de la tendinopatía.

Periostitis tibial: estiramiento del músculo tibial anterior y peroneos

Periostitis tibial
La periostitis tibial es otra de las lesiones comunes en el corredor aficionado, pero bastante desconocida. El periostio es una membrana fibrosa y vascular que recubre el hueso por su superficie externa, excepto en articulaciones y en lugares de inserción de ligamentos y tendones. El excesivo impacto del pie contra el suelo hace que los músculos tibiales traccionen continuamente sobre su inserción en el periostio de la tibia, creándose una inflamación constante que hace que el periostio se inflame.
Por tanto, la periostitis es una inflamación aguda o crónica de este periostio. No suele haber una sola causa de esta lesión, sino un conjunto de varios factores: uso de un calzado inapropiado, entrenamientos en terreno demasiado duro, aumento de la carga física en los entrenamientos, falta de estiramiento de los músculos sóleo, gemelos y de las fascias o por un desequilibrio muscular entre la musculatura anterior (músculos peroneos y tibial anterior) y la musculatura posterior (gemelos y sóleo).
Las vibraciones causadas por entrenamientos repetitivos, las tracciones excesivas sobre las zonas de inserción de los músculos sobre el periostio o la técnica inadecuada en la pisada, pueden ser otros de los desencadenantes de este tipo de lesión. Aunque en algunos corredores este tipo de lesión aparece por una deficiente técnica, lo más frecuente es que se produzca por una inadaptación del periostio y los músculos a un aumento del volumen de entrenamiento. La periostitis tibial anterior suele ser la más común, apareciendo un dolor agudo en la tibia a nivel del tercio inferior y que aumenta con el esfuerzo y durante el descanso. A la palpación aumenta el dolor y se puede percibir una especie de “bolitas” en puntos muy localizados entre una capa de inflamación muy fina. El dolor suele ser al principio leve pero va en aumento con la actividad física, incluso llegando a molestar durante la marcha.
Es importante un diagnóstico precoz, ya que si se alarga en el tiempo y se continúa con un alto nivel de entrenamiento y en casos más particulares en los que hay un dolor muy localizado puede llegar a producirse una fractura por estrés. Ante los primeros síntomas el corredor debe ser consciente del tipo de lesión y disminuir su nivel de entrenamiento, para evitar alargar la duración del proceso o llegar a producirse una lesión más grave. A veces no se llega a ser consciente de ello hasta que la lesión afecta a las actividades de la vida diaria, produciéndose un retroceso en la curación y un aumento en el tiempo de recuperación. Si aparece cualquier tipo de molestia se debe acudir a un profesional y no alargarlo en el tiempo

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