En algunos países, las lesiones producidas por el deporte son muy frecuentes. Los principios de la medicina deportiva pueden aplicarse al tratamiento de muchas lesiones musculosqueléticas, que pueden ser similares a una lesión durante una actividad deportiva, pero debidas a una causa distinta. Por ejemplo, el codo del tenista puede ser debido a la acción de cargar una maleta, atornillar, o abrir una puerta atascada, y una rodilla del corredor puede deberse a la acción de rotar excesivamente el pie hacia dentro al caminar (pronación).
Causas
Una lesión producida por el deporte se debe
a métodos de entrenamiento incorrectos, anormalidades estructurales
que fuerzan ciertas partes del cuerpo más que otras y debilidad
de los músculos, tendones y ligamentos. El desgaste crónico
es la causa de muchas de estas lesiones, que resultan de movimientos
repetitivos que afectan a tejidos susceptibles.
Métodos de entrenamiento incorrectos
La mayoría de las lesiones musculares y articulares
se deben a métodos de entrenamiento incorrectos. La persona no
permite una recuperación adecuada al cabo de un período
de entrenamiento, o bien no interrumpe el ejercicio cuando aparece el
dolor.
Cada vez que se fuerzan los músculos en un
entrenamiento intensivo, algunas fibras musculares se lesionan y otras
consumen la energía disponible que ha sido almacenada en forma
de glucógeno. Se requieren más de dos días para
que las fibras sanen y para reemplazar el glucógeno. Debido a
que únicamente las fibras no lesionadas y adecuadamente alimentadas
funcionan de modo apropiado, los períodos de entrenamiento intensivo
muy seguidos requieren, finalmente, un trabajo comparable por parte
de una menor cantidad de fibras sanas, aumentando la probabilidad de
lesiones. En consecuencia, se pueden prevenir las lesiones crónicas
dejando un intervalo de al menos 2 días entre los períodos
de entrenamiento intensivo, o alternando los que fuerzan diferentes
partes del cuerpo. Muchos programas de entrenamiento alternan un día
de entrenamiento intensivo con uno de reposo (como hacen muchos levantadores
de pesas) o con un día de entrenamiento ligero. En el caso de
un corredor, éste puede correr a un ritmo de 5 minutos/1,5 km
un día y a un ritmo de 6 a 8 minutos/1,5 km al día siguiente.
Si un atleta se entrena dos veces al día, cada ejercicio intenso
debe seguirse al menos de 3 ejercicios menos enérgicos. Sólo
los nadadores pueden practicar todos los días ambos entrenamientos,
el enérgico y el ligero, sin lesionarse. La fuerza de ascenso
del agua les ayuda a proteger sus músculos y articulaciones.
El dolor que precede a muchas lesiones por desgaste
se presenta por primera vez cuando un número limitado de fibras
del músculo o del tendón comienzan a desgarrarse. Interrumpir
el ejercicio a la primera señal de dolor limita la lesión
a dichas fibras, dando como resultado una recuperación más
rápida. Continuar haciendo ejercicio mientras se siente dolor
produce el desgarro de una mayor cantidad de fibras, extendiendo la
lesión y retrasando la recuperación.
Anormalidades estructurales
Las anormalidades estructurales pueden hacer que
una persona sea propensa a una lesión deportiva por el esfuerzo
desigual de varias partes del cuerpo. Por ejemplo, cuando las piernas
son desiguales en longitud, se ejerce una fuerza mayor sobre la cadera
y la rodilla de la pierna más larga. Habitualmente, correr por
los lados de caminos con terraplenes tiene el mismo efecto; pisar repetidamente
con un pie la superficie un poco más elevada aumenta el riesgo
de dolor o lesión en ese costado. La persona que tiene una curva
exagerada de la columna vertebral puede sentir dolor de espalda cuando
hace girar un bate de béisbol. Por lo general, el dolor desaparece
cuando se interrumpe la actividad, pero recurre cada vez que se alcanza
la misma intensidad de ejercicio.
El factor biomecánico que causa la mayoría
de lesiones del pie, de la pierna y de la cadera es la pronación
excesiva (una rotación de los pies hacia dentro después
de entrar en contacto con el suelo). Cierto grado de pronación
es normal y evita las lesiones dado que ayuda a distribuir la fuerza
en todo el pie.
Sin embargo, la pronación excesiva puede
causar dolor del pie, la rodilla y la pierna. En personas que tienen
una pronación excesiva, los tobillos son tan flexibles que el
arco de los pies toca el suelo mientras caminan o corren, dando la apariencia
de pies planos. Un corredor con pronación excesiva puede sufrir
dolor de las rodillas cuando corre largas distancias.
El problema contrario, la pronación escasa,
puede ocurrir en las personas que tienen tobillos rígidos. En
estas personas, el pie parece tener un arco muy elevado y no absorbe
bien el impacto, aumentando el riesgo de producir pequeñas grietas
en los huesos de los pies y las piernas (fracturas por sobrecarga).
Debilidad de músculos, tendones y ligamentos
Los músculos, los tendones y los ligamentos
se desgarran cuando se someten a esfuerzos superiores a su fuerza intrínseca.
Por ejemplo, pueden lesionarse si son demasiado débiles o rígidos
para el ejercicio que se está intentando practicar. Las articulaciones
son más propensas a las lesiones cuando los músculos y
los ligamentos que las sostienen son débiles, como sucede después
de un esguince. Los huesos debilitados por la osteoporosis se pueden
fracturar fácilmente.
Los ejercicios de fortalecimiento ayudan a prevenir
las lesiones. El ejercicio regular no aumenta ni refuerza la musculatura
de forma significativa. El único modo de fortalecer los músculos
es ejercitarlos contra una mayor resistencia de forma progresiva, como
practicar un deporte cada vez más intenso, levantar pesas cada
vez mayores, o usar máquinas especiales de fortalecimiento. Los
ejercicios de rehabilitación para fortalecer los músculos
y los tendones que ya están sanos se hacen, generalmente, levantando
o presionando contra elementos resistentes, en series de 8 a 11 repeticiones,
en días alternos como máximo.
Diagnóstico
Para diagnosticar una lesión deportiva u
otra lesión musculosquelética, el médico indaga
sobre el lugar y el modo en que se produjo la misma y sobre el tipo
de actividades, recreacionales u ocupacionales, que la persona ha desempeñado
recientemente, o que desempeña periódicamente. El médico
examina también la zona lesionada. El paciente puede ser remitido
a un especialista para otros exámenes. Las pruebas de diagnóstico
pueden incluir radiografías, tomografía computarizada
(TC), resonancia magnética (RM), artroscopia (observación
de la articulación afectada a través de un pequeño
instrumento introducido en la articulación), electromiografía
y una exploración, con la ayuda de una computadora, de la función
muscular y articular.
Prevención
El calentamiento antes de iniciar ejercicios extenuantes
ayuda a la prevención de las lesiones. Ejercitarse a paso tranquilo
durante 3 a 10 minutos calienta los músculos lo suficiente como
para hacerlos más flexibles y resistentes a las lesiones. Este
método activo de calentamiento prepara los músculos para
ejercicios enérgicos con mayor eficacia que los métodos
pasivos como el agua caliente, las almohadillas de calor, el ultrasonido
o la lámpara de rayos infrarrojos. Los métodos pasivos
no aumentan la circulación de la sangre de modo significativo.
Enfriamiento significa una reducción gradual
de la velocidad antes de interrumpir el ejercicio y evita el mareo al
mantener la circulación sanguínea. Cuando se interrumpe
bruscamente un ejercicio enérgico, la sangre se puede acumular
en las venas de las piernas (se remansa), reduciendo momentáneamente
la irrigación cerebral. El resultado puede ser mareo e incluso
desvanecimiento. El enfriamiento también ayuda a eliminar los
residuos como el ácido láctico de los músculos,
pero no parece prevenir el dolor muscular al día siguiente, causado
por la lesión de las fibras musculares.
Los ejercicios de estiramiento no parecen prevenir
las lesiones, pero alargan los músculos de tal forma que se pueden
contraer más eficazmente y funcionar mejor. Para evitar daños
musculares durante el estiramiento, éste se debe realizar después
del calentamiento o del ejercicio. Cada estiramiento debe ser lo suficientemente
cómodo como para contar hasta 10.
Las plantillas para el calzado (ortopédicas)
pueden a menudo corregir los problemas del pie como la pronación.
Las plantillas, que pueden ser flexibles, semirrígidas o rígidas,
y pueden variar en longitud, deben ser colocadas dentro de zapatillas
de deporte adecuadas. Las zapatillas de deporte de buena calidad tienen
un talón rígido (la parte posterior de la zapatilla que
cubre el talón) para controlar el movimiento de la cara posterior
del pie, un soporte de una parte a otra del empeine (guarnición),
para prevenir la pronación excesiva, y una abertura acolchada
(collar), para sostener el tobillo. El calzado debe tener el espacio
adecuado para la plantilla. Las plantillas ortopédicas generalmente
reducen la talla del calzado en un número. Por ejemplo, un zapato
del 38 con una plantilla ortopédica se transforma en un 37.
Tratamiento
El tratamiento inmediato para casi todas las lesiones
del deporte consiste en reposo, hielo, compresión y elevación.
La parte lesionada se inmoviliza inmediatamente para minimizar la hemorragia
interna y la hinchazón y para evitar que la lesión empeore.
La aplicación de hielo hace que los vasos sanguíneos se
contraigan, ayudando a limitar la inflamación y a reducir el
dolor. Vendar la parte lesionada con cinta adhesiva o una venda elástica
(compresión) y llevarla por encima del corazón (elevación)
ayuda a limitar la hinchazón. Una bolsa de hielo como las que
se encuentran en el comercio, o una bolsa de hielo triturado o picado,
que se amolda al contorno del cuerpo mejor que el hielo en cubitos,
se puede colocar sobre una toalla encima de la parte lesionada durante
10 minutos. Un vendaje elástico se puede envolver, sin apretar,
alrededor de la bolsa de hielo y la parte lesionada. La parte lesionada
se debe mantener elevada, pero el hielo se debe quitar durante 10 minutos,
con una nueva aplicación al cabo de ese tiempo durante otros
10 minutos y así sucesivamente durante una o dos horas. Este
proceso puede repetirse varias veces durante las primeras 24 horas.
El hielo calma el dolor y la hinchazón de
varios modos. La parte lesionada se hincha porque el líquido
escapa de los vasos sanguíneos. La aplicación de frío
(que causa una contracción de los vasos sanguíneos) reduce
esta tendencia del líquido a escaparse; de este modo se restringe
la cantidad de líquido y la hinchazón de la parte lesionada.
Disminuyendo la temperatura de la piel sobre la lesión, se puede
reducir el dolor y los espasmos musculares. El hielo también
limita la destrucción de los tejidos mediante la disminución
de la velocidad de los procesos celulares.
Sin embargo, la aplicación demasiado prolongada
de hielo puede lesionar los tejidos. La piel reacciona por reflejo cuando
alcanza una temperatura baja (alrededor de 27 °C), dilatando los
vasos sanguíneos de la zona. La piel enrojece, se calienta, causa
picor y puede doler. Estos efectos aparecen generalmente de 9 a 16 minutos
después de que se haya aplicado el hielo y disminuyen en 4 a
8 minutos, una vez retirado el hielo. Por tanto, se debe quitar el hielo
cuando se manifiesten estos efectos o al cabo de 10 minutos de su aplicación,
pero se puede repetir al cabo de otros 10 minutos.
Las inyecciones de corticosteroides en la articulación
lesionada o en los tejidos circundantes alivian el dolor, reducen la
hinchazón y pueden en ocasiones ser una ayuda adicional para
el reposo. Sin embargo, estas inyecciones pueden demorar el proceso
de curación, aumentando el riesgo de daño al tendón
o al cartílago. La lesión puede empeorar si la persona
usa la articulación lesionada antes de que ésta sane.
Los fisioterapeutas pueden aplicar calor, frío,
electricidad, ultrasonidos o establecer la práctica de ejercicios
en el agua como parte de un plan de rehabilitación. Se aconseja
así mismo el uso de plantillas especiales para el calzado u otros
accesorios ortopédicos. La duración de la terapia física
depende del grado de gravedad y complejidad de la lesión.
La actividad o el deporte que causó la lesión
deben evitarse hasta la curación. La sustitución por actividades
que no fuerzan la zona lesionada es preferible antes que abstenerse
de toda actividad física, dado que la inactividad completa causa
la pérdida de la masa muscular, la fuerza y la resistencia. Por
ejemplo, una semana de reposo requiere al menos 2 semanas de ejercicio
para volver al nivel de estado físico anterior a la lesión.
Las actividades que pueden sustituir a la habitual incluyen ciclismo,
natación, esquí y remo, cuando la parte inferior de la
pierna o el pie están lesionados; correr sin moverse de sitio
o sobre un trampolín, natación y remo, cuando las lesiones
se localizan en la parte superior de la pierna; ciclismo y natación,
cuando están en la zona inferior de la espalda; y carrera, patinaje
y esquí, cuando están en el hombro o en el brazo.
Fractura del pie por sobrecarga |
Lesiones habituales en el deporte
En el deporte existen una serie de lesiones frecuentes
que incluyen las fracturas por sobrecarga, los dolores de los músculos
anteriores de la tibia, las tendinitis, la rodilla del corredor, las
lesiones del tendón de los músculos del hueco poplíteo,
la espalda del levantador de pesas, el codo del tenista, las lesiones
de la cabeza y del pie. También pueden ocurrir al realizar otras
actividades.
Fracturas del pie por sobrecarga
Las fracturas por sobrecarga son pequeñas
fisuras en los huesos que, a menudo, se desarrollan por un impacto crónico
y excesivo.
En los corredores, los huesos del mediopié
(metatarsianos) son especialmente propensos a estas fracturas. Los huesos
más susceptibles de sufrir fracturas son los metatarsianos de
los tres dedos medios del pie. El hueso metatarsiano del dedo gordo
es relativamente resistente a cualquier lesión debido a su fortaleza
y a su mayor tamaño, y el hueso metatarsiano del dedo pequeño
está generalmente protegido porque la mayor fuerza de empuje
la ejerce el dedo gordo y el de al lado.
Los factores de riesgo de las fracturas por sobrecarga
del pie incluyen arcos pronunciados, zapatillas de deporte con absorción
inadecuada del impacto y aumento repentino de la intensidad o cantidad
de los ejercicios. Las mujeres posmenopáusicas pueden ser particularmente
propensas a este tipo de fracturas debido a la osteoporosis.
El síntoma primario es el dolor en el antepié,
durante un período largo o intensivo de entrenamiento. Al principio,
el dolor desaparece en segundos cuando se interrumpe el ejercicio. Si
se prosigue el entrenamiento, el dolor aparece enseguida y se prolonga
incluso después de la interrupción del ejercicio. Por
último, el dolor intenso puede impedir la carrera y persistir
incluso durante el reposo. La zona circundante a la fractura puede hincharse.
El médico basa a menudo su diagnóstico
en la historia de los síntomas y en el examen del pie. El punto
de la fractura duele al tacto. Las fracturas por sobrecarga son tan
finas que, en ocasiones, no se detectan inmediatamente en las radiografías.
Lo que sí se puede detectar es el tejido (callo) que se forma
alrededor del hueso roto al cabo de 1 o 3 semanas de la lesión,
cuando el hueso comienza a sanar. Una TC puede confirmar el diagnóstico
de manera precoz, pero rara vez es necesaria.
La persona no debe correr hasta que la fractura
por sobrecarga sane, pero puede sustituir la carrera por otros ejercicios.
Pueden ser útiles para prevenir las recidivas (una vez que la
fractura sane), tanto el uso de zapatillas deportivas (con soporte adecuado
para absorber el impacto), como la carrera sobre la hierba u otras superficies
suaves. En pocas ocasiones está indicado colocar una escayola.
En caso de emplearse, se debe retirar al cabo de una o dos semanas para
evitar que se debiliten los músculos. La curación, por
lo general, precisa entre 3 y 11 semanas, aunque puede prolongarse en
personas de edad avanzada o débiles.
Lesiones musculares de la tibia
El dolor muscular sobre la espinilla se debe a la
lesión de los músculos de la tibia.
La causa habitual es un esfuerzo prolongado y repetido
sobre la parte inferior de la pierna. Dos grupos musculares de la tibia
son propensos a este tipo de dolor. La localización del mismo
depende del grupo afectado.
El dolor anterolateral afecta a los músculos
de la parte frontal (anterior) y externa (lateral) de la tibia. Este
tipo de lesión es el resultado de un desequilibrio natural en
el tamaño de los músculos opuestos. Los músculos
anteriores de la pierna mantienen el antepié en alto y los músculos
más largos y más fuertes de la pantorrilla (posteriores)
bajan el pie cada vez que el talón toca el suelo al caminar o
correr. Los músculos de la pantorrilla ejercen tanta fuerza que
pueden lesionar los músculos de la parte anterior de la pierna.
El síntoma principal del calambre anterolateral
es el dolor en la cara frontal y externa de la tibia. Al principio,
el dolor se siente sólo inmediatamente después de que
el talón toca con fuerza el suelo durante la carrera. Si la carrera
continúa, el dolor aparece a cada paso, volviéndose finalmente
constante. Por lo general, en el momento en que la persona acude al
médico, la espinilla ya duele al tacto.
Para que estas molestias desaparezcan, el corredor
debe dejar de correr temporalmente y practicar otro tipo de ejercicios.
Son útiles los ejercicios para estirar los músculos de
la espinilla. Una vez que los músculos anteriores de la pierna
comienzan a sanar, los ejercicios de estiramiento y los ejercicios con
un cubo de asa pueden realizarse en 3 series de 10 movimientos en días
alternos.
Los dolores posteromediales afectan a los músculos
de la cara posterior e interna (medial) de la tibia (los responsables
de levantar el talón justo antes de que los dedos del pie se
aparten del suelo). Este tipo de afección suele ser el resultado
de correr sobre pistas inclinadas o calles con desniveles y puede agravarse
debido a la rotación excesiva del pie hacia dentro, o por el
uso de zapatillas de deporte inadecuadas para prevenir tal rotación
durante la carrera.
El dolor producido por este tipo de lesión
comienza habitualmente en el lado interno de la parte inferior de la
pierna, aproximadamente entre 1 y 20 centímetros por encima del
tobillo, y empeora cuando el corredor se para sobre los dedos o gira
el tobillo hacia dentro. Si la persona sigue corriendo, el dolor llega
incluso a la parte interna del tobillo, pudiendo extenderse por la espinilla
hasta unos 5 o 10 centímetros de la rodilla. La gravedad del
dolor aumenta a medida que la lesión va afectando a los músculos
de la tibia. Al principio, sólo se inflaman y duelen los tendones
del músculo, pero si la persona sigue corriendo, pueden resultar
afectados incluso los músculos. Finalmente, la tensión
sobre el tendón inflamado puede hacer que se desgarre a nivel
de su unión con el hueso, causando hemorragia y mayor inflamación.
En ocasiones, también se desgarra la parte de la tibia que está
unida al tendón.
Dolores de los músculos de la espinilla |
|
Anterolateral | Posteromedial |
El tratamiento principal consiste en dejar de correr
y hacer otro tipo de ejercicios hasta que pase el dolor. Las zapatillas
de deporte con talón rígido (la parte posterior del calzado)
y los soportes especiales para el arco pueden resguardar el pie de una
rotación excesiva. Evitar correr sobre superficies inclinadas
puede ayudar a prevenir la recidiva de los dolores. Se recomienda la
práctica de ejercicios de estiramiento de los músculos
lesionados. En casos más graves, en los que se desgarra un fragmento
del hueso de la tibia, puede estar indicada una intervención
quirúrgica para fijarlo. Después de la cirugía,
el paciente evitará correr durante largo tiempo. Algunos casos
que no respondían a otros tratamientos se han curado con una
terapia experimental, consistente en la inyección diaria de calcitonina
(una hormona que forma el tejido óseo) o alendronato (un fármaco
que retrasa la pérdida ósea) administrado por vía
oral. En ocasiones, ninguno de los tratamientos disponibles es eficaz
y el corredor debe abandonar este deporte definitivamente.
Tendinitis poplítea
La tendinitis poplítea es un desgarro en
el tendón poplíteo, que se extiende desde la superficie
externa de la parte inferior del hueso del muslo (fémur), diagonalmente,
a través de la cara posterior de la rodilla, hasta la parte interna
del extremo superior de la tibia.
El tendón poplíteo evita las torsiones
hacia fuera de la mitad inferior de la pierna durante la carrera. La
excesiva rotación del pie hacia dentro (pronación) así
como correr cuesta abajo, tienden a ejercer una tensión excesiva
sobre este tendón, pudiendo desgarrarlo.
El dolor y la inflamación, particularmente
cuando se corre cuesta abajo, se manifiestan a lo largo de la cara externa
de la rodilla. No se debe volver a correr hasta que el dolor desaparezca
del todo y al reanudar las carreras tampoco se debe correr cuesta abajo,
al menos durante 3 semanas El ciclismo es una buena alternativa de ejercicio
durante el período de curación. Las plantillas para el
calzado, especialmente una cuña triangular colocada a nivel de
la parte interna del talón (cuña en varo), ayudan a mantener
el pie a salvo de rotaciones hacia dentro.
Tendinitis aquílea
La tendinitis aquílea es una inflamación
del tendón de Aquiles, un cordón muy resistente que se
extiende desde los músculos de la pantorrilla hasta el talón.
Los músculos de la pantorrilla y el tendón
de Aquiles bajan la parte anterior del pie después del contacto
del talón con el suelo y suben el talón mientras los dedos
se levantan, justo antes de pisar con el otro pie.
La tendinitis aquílea se produce cuando la
presión ejercida sobre el tendón es mayor que la resistencia
del propio tendón. Correr cuesta abajo ejerce una tensión
adicional sobre el tendónde Aquiles porque el pie delantero se
adelanta más antes de tocar el suelo. Correr cuesta arriba también
tensa el tendón porque los músculos de la pantorrilla
deben realizar un esfuerzo mayor para subir el talón cuando los
dedos se levantan. Una talonera blanda (la parte posterior del calzado
que cubre el talón) permite un movimiento excesivo del talón,
tensando el tendón de Aquiles de modo desigual, lo que aumenta
la probabilidad de desgarro. El calzado con suela rígida que
no se dobla en la zona que une los dedos al pie, ejerce mayor tensión
sobre el tendón de Aquiles, precisamente antes de que los dedos
se levanten del suelo.
Son varios los factores biomecánicos que
predisponen a la lesión de este tendón. Entre éstos
destacan la rotación excesiva del pie hacia dentro (pronación),
el hábito de utilizar demasiado el extremo posterior del talón
(revisando el tacón de las zapatillas de deporte se nota dónde
está más desgastado), las piernas arqueadas, la excesiva
tensión del tendón de los poplíteos y de los músculos
de la pantorrilla, los arcos de los pies muy pronunciados, los tendones
de Aquiles demasiado tensos y las deformidades del talón.
El dolor, síntoma principal, es por lo general
más agudo cuando una persona comienza a moverse después
de haber estado sentada o acostada, o comienza la marcha o la carrera.
Con frecuencia, el dolor se alivia al seguir caminando o corriendo,
a pesar del dolor y de la rigidez. El tendón de Aquiles está
envuelto en una vaina protectora; entre el tendón y su vaina
hay una capa delgada de grasa que permite que el tendón se mueva
libremente. Cuando el tendón se lesiona, se forman cicatrices
entre el mismo y su vaina, haciendo que el tendón tire de la
vaina a cada movimiento. De ahí que el movimiento sea doloroso.
Seguir caminando o corriendo alivia el dolor porque aumenta la temperatura
de la vaina, haciéndola más flexible, de modo que el tendón
puede moverse con más libertad. Habitualmente, la presión
sobre el tendón también causa dolor.
Si la persona ignora el dolor y sigue corriendo,
una cicatriz rígida reemplaza el tendón elástico
que dolerá siempre durante el ejercicio, sin posibilidad de curación.
Abstenerse de correr y pedalear en bicicleta mientras
el dolor persiste es una parte importante del tratamiento. Otras medidas
dependen de la causa probable o de la predisposición, e incluyen
el uso de calzado con suelas flexibles y el uso de plantillas dentro
de las zapatillas de deporte para reducir la tensión sobre el
tendón y estabilizar el talón. Los ejercicios para estirar
los músculos del tendón del hueco poplíteo pueden
iniciarse tan pronto como no se note dolor al realizarlos. También
son útiles los ejercicios para fortalecer el tendón de
Aquiles, tales como extender y levantar los dedos de los pies. Una vez
que la persona reanuda la actividad, no deberá correr cuesta
arriba o cuesta abajo a paso veloz hasta que el tendón sane del
todo, proceso que puede tardar semanas o años.
Rodilla del corredor
La rodilla del corredor (síndrome de tensión
patelo-femoral) es un trastorno en que la rótula (patela) roza
contra el extremo inferior del hueso largo del muslo (fémur),
cuando la rodilla se mueve.
La rótula es un hueso plano triangular, que
está fijado por ligamentos y tendones a la cara anterior de la
rodilla. Normalmente tiene un ligero movimiento ascendente o descendente,
sin tocar el fémur durante la carrera.
Rodilla del corredor |
La rodilla del corredor puede resultar de la acción
de un defecto estructural, como una rótula ubicada en posición
demasiado alta en la articulación de la rodilla (patela alta),
o un tendón de los músculos poplíteos demasiado
tensado, tendones de Aquiles tirantes, o por debilidad en los músculos
del muslo que, habitualmente, contribuyen a estabilizar la rodilla.
La causa tratable más frecuente es la rotación excesiva
del pie hacia dentro (pronación) al andar o correr, mientras
los músculos anteriores del muslo (cuádriceps) tiran la
rótula hacia fuera. Actuando juntas, estas fuerzas hacen que
la rótula roce contra la extremidad del hueso del muslo.
Por lo general, el dolor y la hinchazón suelen
comenzar durante la carrera y se concentran debajo de la superficie
de la rótula. Al principio, sólo correr cuesta abajo es
doloroso, pero más tarde, cualquier tipo de carrera genera dolor,
y finalmente los demás movimientos de la pierna (sobre todo,
bajar escalones) pueden ser dolorosos.
Es importante abstenerse de correr hasta poder hacerlo
sin sentir dolor. Se puede continuar con los demás ejercicios,
como ir en bicicleta (si no resulta doloroso), remar y nadar, para mantener
un buen estado físico. Son útiles los ejercicios de estiramiento
de los músculos de la cara posterior (músculos del hueco
poplíteo) y frontal (cuádriceps) del muslo, y de fortalecimiento
del vasto medial (un músculo interno del muslo que empuja la
rótula hacia dentro). Existen en el comercio unos soportes de
arco que, colocados en el calzado utilizado para ejercicios o para andar
por la calle, pueden ser de ayuda. En ocasiones, las plantillas deben
hacerse a la medida.
Lesión de los músculos del hueco
poplíteo
Una lesión de los músculos del hueco
poplíteo (torcedura del músculo femoral posterior, desgarro
del tendón de los músculos del hueco poplíteo)
es cualquier lesión de los músculos de la parte posterior
del muslo.
Los músculos de la zona poplítea,
que enderezan la cadera y doblan la rodilla, son más débiles
que los cuádriceps opuestos (músculos anteriores del muslo).
Si los músculos del hueco poplíteo no tienen al menos
un 60 por ciento de la fuerza de los cuádriceps, éstos
se sobreponen a aquéllos y los lesionan. Una lesión de
los músculos de la zona poplítea causa, por lo general,
un dolor repentino en la cara posterior del muslo, cuando los músculos
se contraen brusca y violentamente.
El tratamiento inmediato consiste en reposo, hielo,
compresión y elevación de la pierna. Mientras los músculos
se curan no es recomendable correr ni saltar, pero se puede correr sobre
una cinta mecánica, remar, o nadar, a menos que estas actividades
causen dolor. Una vez que los músculos empiezan a curarse, los
ejercicios para fortalecerlos pueden ayudar a evitar una recidiva.
Dorsalgia de levantador de pesas
La dorsalgia del levantador de pesas (esguince lumbar)
es una lesión de los tendones y músculos de la parte inferior
de la espalda, que causa espasmos musculares e inflamación.
Cualquier esfuerzo importante puede desgarrar los
músculos y los tendones de la parte inferior de la espalda (la
región lumbar). Este tipo de lesión es frecuente en los
deportes que requieren empujar o tirar de grandes pesos, como levantar
una pesa del suelo, o agarrar o empujar a un jugador adversario en el
fútbol americano. Este tipo de lesión también se
observa en los deportes que requieren torsiones repentinas de la espalda:
darse la vuelta para driblar después de capturar un rebote en
baloncesto o manejar un bate de béisbol o un palo de golf.
Los factores de riesgo que favorecen una lesión
de la zona lumbar incluyen una curva exagerada de la parte inferior
de la columna vertebral, la pelvis (hueso de la cadera) desplazada hacia
delante, los músculos de la espalda demasiado rígidos
o débiles, los músculos abdominales débiles y los
músculos del tendón del hueco poplíteo poco flexibles.
La espalda es también propensa a lesiones cuando la columna vertebral
está debilitada por la artrosis, las vértebras mal alineadas,
los discos con hernias o roturas, o un tumor óseo.
Una lesión de la zona lumbar suele causar
un dolor repentino en la espalda durante una torsión, un empuje
o un estiramiento. Al inicio, el dolor no es lo suficientemente fuerte
como para interrumpir los ejercicios; sin embargo, el músculo
o tendón desgarrado sigue perdiendo sangre y se hincha. Dos o
tres horas más tarde, se producen espasmos que causan un dolor
intenso. La persona suele preferir permanecer inmóvil, con frecuencia
acurrucada en posición fetal, dado que los espasmos musculares
pueden agravarse por cualquier movimiento de la espalda. La zona inferior
de la espalda puede doler al tacto y empeora cuando la persona se inclina
hacia delante.
Tan
pronto como sea posible, después de la lesión, la persona
debe permanecer en reposo absoluto, aplicando hielo y compresas sobre
la inflamación. Los ejercicios para fortalecer los músculos
abdominales que ayudan a estabilizar la espalda, y para estirar y fortalecer
los músculos de la espalda, son beneficiosos una vez que la curación
ha comenzado. Una máquina de remo es excelente para el fortalecimiento
de la espalda, si no se produce dolor.
Una curva exagerada de la parte inferior de la columna
vertebral (que tiende a aumentar la tensión sobre los músculos
que la sostienen) está determinada, en gran parte, por la inclinación
de la pelvis. Por tanto, la curva exagerada puede atenuarse con una
variedad de ejercicios que inclinan la parte superior de la pelvis hacia
atrás, es decir, a una posición más normal. Dichos
ejercicios consisten en el fortalecimiento de los músculos abdominales
(para acortarlos) y el estiramiento de los músculos del muslo
(para alargarlos). Usar una faja para levantar pesas puede ayudar a
prevenir las lesiones de la espalda.
Codo del tenista debido al golpe de revés
El codo del tenista debido al golpe de revés
(epicondilitis lateral) es la lesión de los tendones que doblan
la muñeca hacia detrás de la palma, causando dolor en
la cara posterior y externa del antebrazo.
Los músculos del antebrazo que están
unidos a la parte externa del codo duelen cuando se ejerce una sobrecarga
en el punto de unión. Este tipo de lesión suele ser más
evidente durante un golpe de revés. La fuerza de la raqueta,
al golpear la pelota, puede lesionar los tendones cuando se deslizan
por encima de la parte final del codo. Los factores que aumentan las
posibilidades de desarrollar esta afección son, entre otros,
el uso inadecuado de golpes de revés, la debilidad de los músculos
del hombro y la muñeca, el uso de una raqueta demasiado tirante
o con mangos excesivamente pequeños, golpear la pelota con los
bordes de la raqueta y golpear pelotas pesadas y mojadas.
El primer síntoma es el dolor durante un
golpe de revés u otros movimientos repetitivos similares. El
dolor se siente a lo largo del lado posterior y externo del codo y en
el antebrazo, es decir, del mismo lado del pulgar cuando la mano está
al costado con el pulgar hacia fuera del cuerpo. Seguir jugando puede
extender la zona de dolor desde el codo hacia la muñeca y provocar
dolor incluso en reposo. El codo duele cuando el jugador coloca el brazo
y la palma de la mano hacia abajo sobre una mesa y trata de subir la
mano doblando la muñeca contra una resistencia.
El tratamiento consiste en evitar cualquier ejercicio
que produzca dolor. Los ejercicios en los que no se usa la muñeca,
como correr, el ciclismo, o el baloncesto, o incluso el frontón
con raqueta o el squash (en los que la pelota golpea la raqueta con
menor fuerza que en el tenis), pueden ser, en cambio, practicados para
mantener un buen estado físico. Pueden iniciarse los ejercicios
de fortalecimiento una vez que la lesión sane. Generalmente,
se deberán fortalecer todos los músculos que flexionan
y extienden la muñeca.
Codo del tenista |
Lesión debida al golpe directo |
Lesión debida al golpe del revés |
Codo del tenista debido al golpe directo
El codo del tenista debido al golpe directo (codo
del jugador de béisbol, codo del porteador de maletas, epicondilitis
medial) es la lesión de los tendones que doblan la muñeca
hacia la palma, causando dolor en el antebrazo del lado de la palma,
desde el codo hacia la muñeca.
Esta lesión se produce al doblar la muñeca
hacia la palma con fuerza excesiva. Los factores que producen dicha
fuerza incluyen debilidad de los músculos del hombro o de la
mano, un saque muy fuerte o con efecto en tenis, jugar con pelotas pesadas
o mojadas, usar una raqueta demasiado pesada, con un mango excesivamente
corto o con las cuerdas demasiado tensadas; lanzar una pelota de béisbol,
arrojar una jabalina y cargar una maleta muy pesada. Insistir en practicar
ejercicios cuando se sufre dolor puede desgarrar los tendones a nivel
de su inserción en el hueso y causar una hemorragia. El síntoma
principal es el dolor en el lado interno del codo y en el antebrazo
del mismo lado que el dedo meñique, cuando se dobla la muñeca
hacia la palma contra resistencia, o cuando se aprieta una pelota de
goma dura. Para confirmar el diagnóstico, el médico invita
al paciente a sentarse en una silla, apoyando el brazo lesionado sobre
una mesa, con la palma de la mano hacia arriba.
El médico sujeta la muñeca y pide
al paciente que levante la mano doblando la muñeca; si la persona
sufre este tipo de lesión, nota dolor en el codo. La persona
no debería practicar ninguna actividad que cause dolor cuando
la muñeca se dobla hacia la palma, o cuando se gira de modo tal
que el dedo meñique está próximo al cuerpo. Una
vez que la lesión sane, el jugador de tenis deberá fortalecer
también los músculos de la muñeca y del hombro,
al igual que los músculos lesionados.
Tendinitis del manguito de los rotadores
La tendinitis del manguito de los rotadores (hombro
del nadador, hombro del tenista, hombro del lanzador de béisbol,
síndrome del hombro del boxeador) es un desgarro e hinchazón
del manguito de los rotadores (músculos y tendones que sostienen
la parte superior del brazo sujeta a la articulación del hombro).
Los rotadores se lesionan, a menudo, en los deportes
que requieren que el brazo se mueva por encima de la cabeza repetidamente,
como lanzar la pelota en béisbol, levantar pesas por encima del
hombro, servir en deportes de raqueta y nadar estilo libre, mariposa
o espalda. Mover repetidamente el brazo por encima de la cabeza hace
que la extremidad del hueso del brazo roce contra una parte de la articulación
del hombro y sus tendones, desgarrando algunas fibras. Si se prosigue
el movimiento, a pesar del dolor, el tendón puede desgarrarse
del todo o incluso arrancar parte del hueso.
El dolor en el hombro es el síntoma principal.
Inicialmente, el dolor se presenta sólo durante las actividades
que requieren levantar el brazo por encima de la cabeza y llevarlo hacia
atrás enérgicamente. Más tarde, el dolor se puede
presentar incluso cuando el brazo se mueve hacia delante para estrechar
la mano. Por lo general, empujar objetos es doloroso, pero no acercarlos
hacia el cuerpo.
El diagnóstico se establece cuando determinados
movimientos, especialmente levantar el brazo por encima del hombro,
causan dolor e inflamación. A veces, las artrografías
(radiografías que se hacen después de inyectar una sustancia
detectable en los rayos X dentro de la articulación) pueden detectar
el desgarro completo del tendón, pero casi nunca son lo suficientemente
sensibles como para detectar los desgarros parciales.
El tratamiento consiste en dejar descansar los tendones
lesionados y fortalecer el hombro. Se deberían evitar los ejercicios
que requieren empujar algo hacia fuera o levantar los codos por encima
del hombro. Sin embargo, remar de pie sin resistencia (doblando, no
alzando los codos) y empujar hacia abajo en una máquina de pesas
que ejercita el músculo ancho dorsal (latissimus) y los hombros,
son ejercicios que se pueden realizar si no producen dolor. La cirugía
es a veces necesaria cuando la lesión es particularmente grave,
el tendón está completamente desgarrado, o la lesión
no se cura en el período de un año.
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