La rutina atrofia el cerebro, lo dice el neurólogo Carlos Tejero en una entrevista. Éste neurólogo remarca la necesidad de variar el tipo de actividad física y mental realizada habitualmente, para evitar que la rutina atrofie el cerebro.
Activar siempre los mismos circuitos neuronales genera poco estímulo: es como siempre realizar la misma rutina en el gimnasio, a la misma intensidad, o hacer siempre el mismo recorrido corriendo, sin aumentar la velocidad ni variar la ruta. Activar nuevos circuitos neuronales, resolver problemas nuevos, es saludable para estimular la actividad del cerebro.
Cuando hacer algo produce “pereza”, esto es señal de que la rutina está afectando al a capacidad de afrontar retos, según apunta este doctor en Neurología. Hacer algo fuera de lo habitual puede ser un estímulo interesante para “obligar” al cerebro a trabajar.
Por ejemplo, charlar con otras personas, intercambiando opiniones, viajar, cocinar platos nuevos, cambiar los muebles de sitio o poner una decoración diferente… Son estímulos nuevos e interesantes, que pueden hacer que el cerebro sienta la necesidad de trabajar un poco más que de costumbre.
Añado yo que el ejercicio físico también es un estímulo para la actividad cerebral: control, equilibrio, precisión, cálculo… El ejercicio obliga al cuerpo y a la mente a trabajar de forma conjunta. Cualquier despiste puede provocar una lesión, o una bajada en el rendimiento, por lo que la activación es total.
Variar el tipo de ejercicio practicado puede ser una forma interesante de estimular el cerebro. De algo similar hablábamos hace poco: de encontrar un deporte o ejercicio diferente, que siempre hayas querido probar pero no te hayas atrevido. Puede que sea el estímulo que necesita tu cuerpo, y también tu mente.
Cuando hacer algo produce “pereza”, esto es señal de que la rutina está afectando al a capacidad de afrontar retos, según apunta este doctor en Neurología. Hacer algo fuera de lo habitual puede ser un estímulo interesante para “obligar” al cerebro a trabajar.
Por ejemplo, charlar con otras personas, intercambiando opiniones, viajar, cocinar platos nuevos, cambiar los muebles de sitio o poner una decoración diferente… Son estímulos nuevos e interesantes, que pueden hacer que el cerebro sienta la necesidad de trabajar un poco más que de costumbre.
Añado yo que el ejercicio físico también es un estímulo para la actividad cerebral: control, equilibrio, precisión, cálculo… El ejercicio obliga al cuerpo y a la mente a trabajar de forma conjunta. Cualquier despiste puede provocar una lesión, o una bajada en el rendimiento, por lo que la activación es total.
Variar el tipo de ejercicio practicado puede ser una forma interesante de estimular el cerebro. De algo similar hablábamos hace poco: de encontrar un deporte o ejercicio diferente, que siempre hayas querido probar pero no te hayas atrevido. Puede que sea el estímulo que necesita tu cuerpo, y también tu mente.
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