Hay un libro genial de Mark McClusky llamado "Más rápido, más alto y más fuerte" que comienza una teoría sobre la evolución del rendimiento deportivo basándose en un planteamiento muy interesante. Según McClusky, antiguamente, cuando el deporte era muy amateur y no estaba muy extendido, la diferencia la marcaba el físico de los atletas. Por ejemplo, en baloncesto, aquel equipo que encontraba a un jugador especialmente alto, aunque no supiera jugar bien, lo incorporaba y trabajaba un poco con él. Éste jugador era dominante y de esa manera, aumentaban exponencialmente las posibilidades de ganar. Lo mismo en cualquier deporte. Se encontraba a cualquier talento físico, se le convencía para practicar deporte, se le entrenaba y los triunfos llegaban.
A mitad del siglo XX, la práctica deportiva se extendió y los Juegos Olímpicos tuvieron más calado. Ya muchos clubes y equipos nacionales tenían sus programas de detección de talento, el deporte tenía más seguimiento, existían políticas deportivas y se incorporaban los mejores talentos físicos. El elemento diferencial ya no era tanto el talento físico ya que casi todos lo tenían. Se necesitaba algo más y la diferencia vino por el método de entrenamiento. Especialmente países como Alemania, Rusia o Hungría dominaban las competiciones deportivas. Desarrollaron su propia metodología (hoy sabemos que, al parecer, algunos también contaban con ayuda "química" extra) y veíamos cómo muchos de esos atletas eran máquinas invencibles que desarrollaban un físico imponente y una técnica depurada casi inalcanzable para el resto de los mortales.
Pero esas diferencias se han ido reduciendo y hoy en día casi han desaparecido. Según se profesionalizaba el deporte, la tendencia cambiaba. Desde finales de los años 90 y principios de 2000, la tecnología aplicada al deporte ha avanzado de manera imparable y la disponibilidad de la información hace que la metodología de entrenamiento ya no sea diferencial. Todo deportista de élite cuenta con la misma información, la misma tecnología y los mismos medios. Entonces... ¿qué es lo que hoy marca la diferencia?¿qué es lo que hace que algunos dominen sus disciplinas deportivas?
En la actualidad, la diferencia no está en encontrar al súper talento, ni en tener el súper método secreto que te convierte en súperman. Esto ya lo tienen todos en la élite. Hoy en día, la diferencia está en trabajar para generar muchas pequeñas mejoras que, sumadas, provoquen una gran mejora. Por ejemplo, una mejora en eficiencia biomecánica en un atleta puede rebajarle una centésima de segundo. Y una mejora en la fuerza puede rebajarle otra centésima. Una nutrición adecuada puede añadir otra centésima. Un material adecuado puede darte otra centésima más. Un descanso adecuado cada día puede mejorar otra centésima. Una preparación mental eficiente puede dar otra centésima. Una mejora en estrategia de carrera puede bajar otra centésima... Y así.... sumando, sumando la mejora total es muy relevante.
Por tanto, hoy en día, para llegar a nuestra cumbre en lo referente al rendimiento deportivo, el talento y la técnica se dan por sentados. Se necesitan pero no son diferenciales. La actitud, la constancia, el día a día, la disciplina, la motivación, la conciencia de las pequeñas mejoras es lo diferencial. Realmente, el elemento diferencial en el deporte profesional es ser lo más profesional posible. Es tomárselo como un trabajo en el que se mejora muy poco a poco cada entrenamiento, en el que hay que ser constante y en el que los detalles son importantes y en el que, una vez has llegado a tu mejor versión, las pequeñas mejoras toman mucho tiempo y esfuerzo, pero son la diferencia entre ganar o perder, entre el primer puesto y el quinto o entre clasificarse o no. Y una vez se llega a ese punto, en el que todos trabajan así, en el que todos están sacando lo máximo de cada detalle y de cada pequeña parte del desarrollo... sólo entonces, el talento vuelve a ser diferencial ya que hace que el mismo trabajo sea más eficiente y rinda más.
En nuestra vida real de "no deportistas de élite", puedo ver un paralelismo con la evolución del rendimiento deportivo. Antes, con saber dónde estaban las oportunidades teníamos una ventaja brutal y medio negocio hecho. La información y la capacidad estaba en manos de unos pocos y eran los que se llevaban la pasta. Luego vino una etapa en la que alguien con una idea brillante o con una vía privilegiada encontraba la manera de capitalizarla y sacarle provecho rápido. En muchos casos se promovió la cultura del pelotazo que tanto daño ha hecho en lo referente a la cultura del esfuerzo. Pero hoy, la diferencia no está en la idea brillante ni en identificar un método diferente. Hoy, la diferencia está en el día a día, en la implementación, en mantenerte firme respecto a tus objetivos, en hacer pequeñas mejoras todos los días, en motivar al equipo, en alinear objetivos, en trabajar a largo plazo, en tener una pasión por lo que se hace.... Como decíamos antes... en buscar muchas "centésimas de segundo" para crear la gran mejora con la suma de todas.
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