Ciertas lesiones o dolencias tienen un origen claro desde un punto de vista anatómico-funcional, pero existen otras patologías que no son tan visibles por el músculo que la origina. El psoas ilíaco es uno de estos casos, puesto que apenas se le da importancia al no ser un músculo que se trabaje por estética, como sucede con el bíceps, dorsal, etc. Sin embargo un déficit funcional en el mismo deteriorará otras estructuras que pueden relacionarse directamente con el tan común dolor de espalda. Adentrémonos un poco más en este potente músculo.
Psoas, ¿para qué sirve?
El psoas tiene una función primordial de flexión de la cadera, originándose en las apófisis transversas de las vértebras (de D12 a L4) e insertándose en el fémur (trocánter menor) Otra función, y no menos importante, es la de estabilización lumbo-pélvica de la zona baja de la espalda. En definitiva el psoas gana importancia ante movimientos típicos de la vida diaria de flexión, extensión o rotación de tronco mediante una estabilización constante de la columna.
No sólo interviene en gestos que repetimos cada día, sino que también es objeto de trabajo en muchos preparadores físicos de distintas modalidades deportivas, como en fútbol o atletismo. Seguramente te hayan aconsejado cientos de veces que hacer abdominales con las piernas estiradas es muy perjudicial para la espalda. Totalmente falso. Simplemente estarás trabajando la musculatura del psoas, algo imprescindible para los futbolistas pues interviene en gestos técnicos cuando golpeamos el balón. Este trabajo debe estar bien planificado para que no afecte a la espalda.
Problemas y consejos
Centrémonos, precisamente, en los dolores causados en esa zona. Las causas más comunes que originan dolencias dorsales son las siguientes:
- Acortamiento del psoas.
- Déficit de fuerza.
- Acortamiento unilateral.
Una vez se haya detectado el problema, que normalmente se relaciona con la hiperlordosis lumbar, hay que poner solución. Una posible salida es el ejercicio físico, ya sea a través de estiramientos de la zona o mediante tonficación del mismo. Si tu caso requiere un fortalecimiento del psoas, practica algunos ejercicios destinados a ello donde no involucres más del 25% de su fuerza máxima, como por ejemplo la plancha frontal. Un ejercicio más sencillo aún es colocarse sentado en una silla y con la rodilla flexionada 90 grados elevar la pierna flexionando la cadera hasta una cierta altura, sin forzar.
- Si quieres más consejos prácticos sobre el psoas ilíaco, recuerda nuestro artículo sobre su importancia para los corredores.
Con un programa elaborado adecuadamente lograrás reducir la tensión en dicho músculo, cuya relajación se trasladará directamente a la espalda. No cuides únicamente tus músculos que se ven a simple vista, también los profundos tienen una importancia relevante para la salud de tu espalda.
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