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lunes, 4 de agosto de 2014

LA ALCACHOFA


Rica en vitaminas y minerales, apenas contiene grasa y goza de una reputada fama por sus propiedades depurativas.

La alcachofa es la parte floral no madura de la alcachofera (Cynara scolymus), una planta propia de climas templados. Las partes comestibles son, en realidad, el receptáculo floral (corazón de la alcachofa) y las hojas carnosas y protectoras que la rodean.

1. Una planta mediterránea
2. Baja en calorías, rica en minerales y vitaminas
3. Digestiva y diurética
4. Algunos consejos prácticos
5. En la cocina

1. Una planta mediterránea

Alcachofa. Conocida y apreciada desde la antiguedad, hoy se conocen mejor sus propiedades.

La alcachofa es una hortaliza que se conoce desde la antigüedad. Griegos, romanos y cartagineses la consumían desde el siglo IV a. C. y la conservaban en miel o vinagre, sazonada con comino y otras especies aromáticas para consumirlas durante todo el año. En España, la introdujeron los árabes, su nombre parece provenir del árabe "al - jarshuf".

Su origen se ubica en una amplia zona que cubre la cuenca del Mediterráneo. En el sur de Turquía y Siria, aún crecen en estado salvaje algunas especies que se consumían 2.000 a 2.500 años antes de Cristo, aunque las variedades de alcachofas actuales parecen derivarse de una desarrollada por los horticultores italianos hacia el siglo XV y que después ha ido evolucionando.

Parece que su mayor fama culinaria la alcanzó en el siglo XVI gracias a la reina Catalina de Médicis, casada con Enrique II, que introdujo el refinamiento florentino en la corte francesa. Después pasó a Inglaterra, pero al parecer no fue del agrado de los ingleses, que preferían la carne a las hortalizas. Durante el siglo XIX, emigrantes franceses e italianos la llevaron a Louisiana y California, propagándose su cultivo por el continente americano.

Actualmente, los principales países productores de alcachofas a nivel internacional, son España e Italia, sobre todo España que copa el 80% de la alcachofa importada por los Estados Unidos.

En España domina ampliamente la variedad Blanca de Tudela, que se caracteriza por su fruto carnoso, redondo y, en cuya parte superior, las hojas no llegan a juntarse del todo. Es una variedad muy tierna y apreciada. Su producción se concentra en la zona media del Ebro, así como en Cataluña, Levante y Andalucía.

2. Baja en calorías, rica en minerales y vitaminas

La alcachofa carece prácticamente de grasas (0,12%) y, al igual que el resto de las verduras, contiene cantidades pequeñas de hidratos de carbono (2,90%) y proteínas (2,40%), aunque éstas sean mayores a las cantidades aportadas por la mayoría de ellas. Por esta razón, su aporte calórico es bajo (21,56 kcal/100 g).

Destaca la presencia de inulina, un oligosacárido derivado de la sacarosa (hidrato de carbono) que se metaboliza lentamente en el organismo manteniendo niveles normales de glucosa en sangre.
Además, la alcachofa es rica en fibra, necesaria para la regulación del tránsito intestinal entre otras muchas funciones, y aporta minerales como el fósforo, hierro, magnesio, calcio y potasio.

Cien gramos de alcachofas cubren aproximadamente el 16% de las ingestas diarias recomendadas de fósforo, un 10% de las del hierro y el 8% de las recomendadas para el magnesio.

Entre las vitaminas, destaca la presencia de vitamina B1, niacina y vitamina C. Sin embargo, lo más destacable es la presencia de una serie de sustancias que se encuentran en pequeña cantidad, pero que están dotadas de beneficiosos efectos como son:

- La cinarina, sustancia responsable de su sabor ligeramente amargo, capaz de estimular la producción (acción colerética) y secreción de bilis y la excreción de orina (acción diurética).
- Los ácidos orgánicos, como los ácidos málico y cítrico, que facilitan y potencian la acción de la cinarina, entre otras funciones.
- El cinarósido, que es un flavonoide con acción antiinflamatoria.
- Los fitoesteroles, compuestos vegetales semejantes estructuralmente a la molécula de colesterol, pero con capacidad para limitar la absorción del colesterol de la dieta en el intestino.

3. Digestiva y diurética

Por su composición, la alcachofa no es sólo un alimento que aporta nutrientes sino que se revela como eficaz protector de la salud.

Su bajo contenido calórico y alta proporción de agua y fibra la convierte en un recurso excelente de las dietas de adelgazamiento. A su vez, su contenido de fibra, vitamina C y flavonoides antioxidantes ayuda a prevenir del riesgo de cáncer y patologías cardiovasculares.

Es muy destacable es el efecto protector que ejerce la cinarina sobre el sistema digestivo y, en particular, sobre el funcionamiento hepático biliar. La cinarina logra aumentar la producción de bilis necesaria para la digestión de las grasas. Por esto, la alcachofa facilita las digestiones pesadas.

Además, la cinarina ejerce un efecto positivo sobre el riñón, aumentando la producción de orina, evitando la favoreciendo la eliminación de toxinas, de ahí su fama como depurativa.

Además, la insulina presente en la alcachofa, aparte de tener las propiedades clásicas de las fibras alimentarias para regular el tránsito intestinal, contribuye a la mejor absorción del calcio, a la estimulación de las defensas naturales de la flora intestinal (efecto bífidus) y a reducir el colesterol y los niveles de azúcar en sangre, lo que convierte a la alcachofa en un alimento muy aconsejado en la dieta de los diabéticos.

Todas estas propiedades convierten a la alcachofa en prototipo de alimento aliado de la salud. No obstante, las mujeres lactantes deben moderar su consumo porque modifica el gusto de la leche materna.

4. Algunos consejos prácticos

A la hora de la compra, hay que tener en cuenta que las alcachofas de mayor calidad y frescura son las más pesadas con relación a su tamaño y con las hojas bien apretadas. Una alcachofa fresca presenta un tacto firme y un color verde claro brillante, sin manchas negras. Es preferible consumirlas cuanto antes, pero pueden guardarse hasta tres días en el frigorífico siempre que se conserven los tallos.

Un consejo muy útil para evitar que se ennegrezcan las alcachofas antes de cocerlas o de freírlas, es ponerlas en un recipiente con agua fría y el zumo de medio limón, no más de medio, para evitar que la acidez enmascare su sabor natural.

Otro truco infalible, si se van a cocer y no se quiere añadir el zumo de limón, consiste en no echarlas todas a la vez. Al incorporarlas poco a poco, el agua no cesa de hervir y se oxidan menos, ya que cuando se enfría el agua parece que es cuando más fácilmente ennegrecen.

Cuando se vayan a cocer las alcachofas en agua, hay que evitar las cazuelas de hierro y de aluminio porque le confieren un desagradable color oscuro, alterando también sus propiedades.

5. En la cocina

Las alcachofas se pueden preparar de múltiples maneras: cocidas y aderezadas, fritas, rebozadas, rellenas, al horno, guisadas, con arroz, como ingrediente de menestras, a la plancha, braseadas...

Los corazones en salmuera son ideales para ensaladas y combinan muy bien con el resto de ingredientes. Cocidas al vapor o con poco agua, además de sabrosas, conservan mejor sus vitaminas.

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