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domingo, 17 de marzo de 2013

EL PRINCIPIO BIOCÉNTRICO.

El Cuerpo y el Principio Biocéntrico

Nuestra cultura está escindida por una profunda disociación que afecta todos los ámbitos del saber. En nuestra cultura, occidental, cognitiva racional, se ha priorizado el desarrollo de la mente por sobre el cuerpo, poniendo el énfasis en la moral, y en la razón, dejando de lado cuestiones vitales como la preservación de los instintos, y otorgando poco espacio a las emociones. Todo ha sido planteado en términos de opuestos: cuerpo y alma, hombre y naturaleza, materia y energía, individuo y sociedad, razón y emoción. En este tiempo esto es cuestionado a la vez que surgen nuevas miradas acerca del conocimiento, de la inteligencia, de las emociones, del cuerpo, etc.La trivialización de las emociones y del cuerpo nos impide ver íntegramente al ser humano. La razón no puede desligarse de su componente emocional y corporal. Las alteraciones de la emoción pueden enfermarnos psíquica y físicamente, son causa de dolores crónicos, sufrimiento, pobre calidad de vida, quedando esto instalado en el cuerpo, y afectando a la vez nuestra capacidad de razonar.
Lo corporal no es sinónimo de cuerpo. No se puede aislar al cuerpo reduciéndolo a su anatomía, fisiología, neurología. El cuerpo expresa historias, afectos, traumas.
 
Alexander Lowen se dedicó a esclarecer la conexión entre mente y cuerpo demostrando la influencia de los traumas infantiles en la circulación de la energía en el cuerpo, es decir cada uno de nosotros tenemos corazas musculares en diferentes lugares del cuerpo que se fueron formando en el transcurso de nuestra vida y en función de nuestra historia personal y social. Las corazas sirven para proteger al individuo de las experiencias emocionales dolorosas y amenazantes, para defenderse de los propios impulsos peligrosos y también de los ataques de los demás, e impiden a la vez, vivir plenamente.
Es importante tomar conciencia de estas corazas ya que desde allí criamos a nuestros hijos, educamos a nuestros alumnos, atendemos sus necesidades psicológicas, sociales, culturales, creamos políticas sociales, educativas, de salud, económicas. Somos partícipes consciente e inconscientemente del mundo que construimos. En la medida en que logramos registrar esas corazas, los cambios se van haciendo posibles.
 
EL PRINCIPIO BIOCÉNTRICO
El Principio Biocéntrico constituye un nuevo paradigma que sitúa el respeto a la vida como centro y propone orientar todos los emprendimientos sociales y educacionales hacia la creación de una estructura psíquica capaz de proteger la vida y permitir su evolución, restableciendo la noción de sacralidad de la vida.
A partir de este principio, la Educación Biocentrica propone repensar la educación de modo que ayude a las personas a vivir y a convivir, a percibir y participar de la vida, teniendo como punto de partida el respeto a la vida y la convivencia amorosa, y como método, un enfoque reflexivo y vivencial en la práctica pedagógica. La visión biocéntrica surge de la vivencia de sentirse vivo, del sentirse como parte de la creación.
El sentirse vivo es lo que fortalece y revela la identidad, su expresión natural y espontánea, y posibilita la expresión de su singularidad. Para ello es fundamental desarrollar la afectividad y la creatividad. El desarrollo de la Inteligencia Afectiva, es el punto de partida para la evolución integrada de todas las formas de inteligencia.
El aprendizaje, la creatividad y la cualidad de la vida, surgen de la afectividad, por ello, Rolando Toro propone el concepto de inteligencia afectiva como fundamento de la educación. La educación de la afectividad debe comenzar en la primera infancia, incluyendo a los padres.
La Educación Biocéntrica busca articular la inteligencia con el organismo como un todo, el cuerpo, el deseo y el placer en relación amorosa con el otro integrado a la totalidad.
La inteligencia afectiva propicia una relación dinámica placentera dirigida a conocerse, a conocer al otro, a conocer el universo, en el que el saber entra por los sentidos, no solo por el intelecto. La base del desarrollo de la Inteligencia Afectiva es el fortalecimiento de los vínculos construyéndose un núcleo existencial generando una fuerza que impulsa nuestra existencia, pudiendo la persona escuchar sus emociones y sentimientos, saber lo que quiere, cuáles son sus reales necesidades, reconocer cuál es su camino, y crear las condiciones para seguir por él.
La Educación Biocéntrica usa el sistema de Biodanza como abordaje que incluye la vivencia, la sensibilidad cenestésica, la afectividad a través del movimiento corporal, la creatividad, la música y situaciones de encuentro en grupo.
La Biodanza ofrece un camino para generar cambios en el estilo de vivir. Rolando Toro propone un rescate de los instintos como conservadores de las fuerzas originarias de la vida. En los instintos se sustenta el desarrollo del ser humano con todos sus potenciales. Con el instinto del movimiento se desenvuelve el impulso vital, la vitalidad, que se produce cuando los padres permiten a los niños movimientos espontáneos, sus juegos y su autonomía; con las caricias y el contacto se desenvuelve la sexualidad sana, cuando los padres comprenden que los niños tienen sexualidad y necesitan contacto, besos, caricias; con la expresión y la curiosidad se desenvuelve la creatividad; la sensación de seguridad, cuidado, contención y alimento promueve el desarrollo de la afectividad; la armonía favorece el contacto con uno mismo, con el otro, con la naturaleza, desenvolviendo de este modo la posibilidad de trascender.
A través de la Biodanza, estas vivencias son actualizadas, ampliando nuestra conciencia y animándonos a profundizar cada vez más acerca de nosotros mismos, a ubicarnos en el mundo, en el universo de la manera que deseamos produciendo los cambios necesarios para ello.
Este cambio de paradigma implica un enorme desafío para todos, padres, maestros, profesores, psicólogos, religiosos, políticos, y toda la sociedad, ya que nos desafía a mirarnos, cuestionarnos y practicar otras formas de relacionarnos poniendo el cuerpo, el alma y la razón, descubriendo nuestras propias limitaciones afectivas. Pero al mismo tiempo se abren nuevas puertas que permiten pensar y creer que una vida mejor es posible. Esta concepción termina con el individualismo, ya que para ser, crecer y evolucionar, necesitamos de la presencia amorosa de los otros. Necesitamos encontrar un tono común, una tonicidad grupal que nos potencie.
Paula Alemán. Lic. en Psicología (UBA). Facilitadora de Biodanza (Escuela de Córdoba. Sist. Rolando Toro) paula.aleman@meamomecuido

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