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miércoles, 28 de enero de 2015

ACTIVIDAD FÍSICA EN PERSONAS MAYORES. QUÉ DICE LA CIENCIA?

ejercicio y personas mayores Los beneficios de la actividad física se extrapolan a toda la población, independientemente de la edad. Desde el entrenamiento de fuerza en niños hasta el ejercicio practicado por los adultos mayores. Los riesgos que conlleva este último grupo poblacional hacen que se aumente la exigencia al planificar los entrenamientos, pero cuyos beneficios serán máximos en la calidad de vida de los practicantes. Llevar una vida sana es cuestión de hábitos, y qué mejor momento para disfrutar de la actividad física que la vejez. Hoy te presentamos los mejores beneficios de ahuyentar una vida sedentaria y qué ejercicios son los más recomendados.

Beneficios más que físicos

Las investigaciones científicas han confirmado durante años los beneficios a nivel físico que conlleva la actividad física. Sin embargo, las nuevas líneas ya empiezan a confirmar las repercusiones psicológicas positivas que también produce el ejercicio prescrito. ¿Qué conceptos concretos se mejoran?
  • Estado anímico.
  • Autoestima.
  • Funciones cognitivas.
  • Menores niveles de depresión.
  • Apertura social.
  • Sentimiento de autonomía.

Condición física

En este apartado nos centraremos en las principales mejoras de la actividad física en personas mayores. Jonson y colaboradores, entre otros muchos autores, destacan que el ejercicio ayuda a reducir la aparición de enfermedades cardiovasculares gracias a un disminución de los factores de riesgo que desembocan en ellas. Johnson, queriendo demostrar dichos beneficios, apuntó en 2007 que la actividad física también ayudaría a prevenir el síndrome metabólico en personas mayores de 65 años. Hakkinen y colaboradores, en 2008, señalaron la importancia del ejercicio para retrasar la resistencia a la insulina característica de las personas mayores. Esto reduce notablemente la posibilidad de padecer diabetes tipo II y obesidad.
ejercicio en personas mayores
Las investigaciones de Karinkanta también demostraron que la pérdida mineral ósea típica de las personas mayores se vería reducida con la actividad por un crecimiento en los factores hormonales relacionados con los osteoblastos. Las grandes convalecencias de los adultos que sobrepasan los 65 provienen de fracturas típicas de la edad, pero también el ejercicio mejora este aspecto. Moayyeri, también en 2008, probó la disminución de riesgo de sufrirlas cuando se llevaba una vida activa.
Aunque la investigación sobre el Alzheimer está en auge, ciertos estudios como el desarrollado por Vogel y colaboradores en 2009 revelan el efecto protector del ejercicio físico ante dicha enfermedad degenerativa. También se reduce la osteoartritis (Hart, 2008) el dolor muscular asociado a la edad (Bruce, Fries, y Lubeck, 2007) así como ciertos tipo de cáncer como el de mama, el de colon o páncreas (Courneya y Harvinen, 2007, Nilsen y colaboradores, 2008)

Qué ejercicios

El NIH (Instituto Nacional sobre Envejecimiento) es una de las instituciones encargadas de elaborar qué tipo de ejercicios son los más recomendados para esta población con necesidades especiales. Principalmente aquellos donde predomine el componente aeróbico, que refuercen tanto el sistema cardiorespiratorio como el circulatorio. La tonicidad muscular con un objetivo de mantenimiento también deberá aparecer en cualquier programa para personas mayores. Además, determinadas sesiones enfocadas a la flexibilidad, estiramientos o movilidad articular. Por último, evitar ejercicios isómetricos ya que elevan demasiado la presión arterial.
La prevención de caídas y la autonomía son las actuales fuentes de trabajo de muchos profesionales de la actividad física. Y es que la mejor medicina preventiva es dotar al cuerpo de las necesidades dinámicas que requiere, sin tener en cuenta la edad.
Javier F. López

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