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viernes, 12 de julio de 2013

QUÉ SON LOS CALAMBRES Y CÓMO PREVENIRLOS

 


Uno de los males más comunes entre deportistas profesionales y aficionados son los calambres musculares: pequeños espasmos involuntarios de los músculos, no muy graves pero sí bastante dolorosos, que suelen ocurrir después del ejercicio o por las noches. Hoy os enseñamos qué son los calambres y cómo prevenirlos.
¿Quién no ha sufrido un calambre muscular después de un esfuerzo prolongado? Sus causas aún no están claras, pero podemos prevenirlos con unos sencillos hábitos.

¿Por qué sufrimos calambres musculares?


El origen de los calambres musculares es un tema controvertido, ya que aún no se ha encontrado una evidencia científica que asegure al 100% por qué se producen. Existen varias teorías sobre la aparición de estas contracciones repentinas de los músculos, pero aún no se ha llegado a un consenso.
Las causas de los calambres musculares, según uno de los últimos estudios publicados en el British Journal of Sports Medicine, son la deshidratación, la falta de electrolitos (asociada a la deshisdratación) y la alteración del control neuromuscular.

Deshidratación y pérdida de electrolitos


Tradicionalmente siempre se ha hablado de la deshidratación como la causa mayor de los calambres musculares asociados al ejercicio. Tras un entrenamiento intenso, el cuerpo no es capaz de absorber la cantidad de oxígeno necesario para proceder a la oxidación de la glucosa, por lo que se produce una acumulación excesiva de ácido láctico que da lugar al calambre muscular.
La falta de electrolitos, como el magnesio o el potasio, es el otro origen tradicional de los calambres musculares asociados al ejercicio: la eliminación de estos compuestos a través de la sudoración podría producir calambres, ya que estos participan en los movimientos de contracción y relajación de los músculos.
El “pero” que se pone a estas teorías es que la pérdida de agua y de electrolitos debería ser masiva para que afectara al sistema muscular.

Control neuromuscular alterado


La teoría más novedosa es la de la disfunción del control motoneuronal: esto tiene que ver con una falta de comunicación entre el cerebro y los mecanismos de propiocepción de nuestro cuerpo, como el órgano tendinoso de Golgi. Si se inhibe la relación entre ambos, el músculo no recibe la señal de “dolor” y sigue contrayéndose aún después de que le hayamos ordenado detenerse, produciéndose el calambre asociado al ejercicio físico.
A día de hoy no existe un acuerdo en la comunidad científica ni estudios que nos puedan asegurar totalmente el origen de los calambres musculares, aunque personalmente la teoría que más me convence es la del control motoneuronal alterado.

¿Cómo prevenimos un calambre?


Como prevenir es más fácil que curar, lo mejor que podemos hacer es tomar medidas para no sufrir esos molestos calambres musculares, sea cual sea su causa.
El primer consejo sería mantenernos correctamente hidratados tanto antes como durante y después del ejercicio. Más allá del tema de los calambres, una correcta hidratación es vital a la hora de mejorar nuestro rendimiento y entrenar de forma segura.
Si la causa de los calambres fuera la falta de electrolitos, podríamos solucionarlo ingiriendo alimentos ricos en calcio, potasio, magnesio y sodio, como verduras, y frutos secos.
En el caso de la disfunción motoneuronal, el mejor remedio es estirar de forma efectiva tras nuestro entrenamiento: los estiramientos nos ayudarán a mejorar la comunicación entre el cerebro y los receptores sensoriales propioceptivos, haciéndolos trabajar de forma más eficiente en futuras sesiones de entreno.

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