Somos animales sociales. Anque hay personas solitarias, en general nos gusta ir acompañados. Y también nos gusta iniciarnos en esto de ir al gimnasio acompañados. Eso es positivo, porque ir al gimnasio con un amigo ayuda a la motivación, pero cuidado con los consejos que nos da el amigo al ir al gimnasio.
Al acudir a entrenar con alguien,es habitual dejar que esa persona, si lleva más tiempo en el gimnasio,sea quien haga de monitor: enseña los ejercicios, explica la técnica, repeticiones, etc. Lógicamente, si es un crack que sabe lo que hace, esto puede ser como tener un entrenador personal, pero claro, esto no suele ser lo habitual, por eso hay que tener precaución con los consejos que nos dan un amigo en el gimnasio.
Si este amigo se basa en lo que le han contado (sin entender muy bien el por qué), el programa de ejercicio que a él le va bien (que no tiene por qué ir bien contigo) o en lo que ha leído en una revista de entrenamiento, es bastante fácil que aprendas la técnica y ejecución de los ejercicios de forma errónea. No solo eso, sino que conceptos tan básicos como número de repeticiones, tiempos de descanso, tiempo bajo tensión al hacer el ejercicio, etc. los aprenderás de forma mecánica, sin saber por qué.
Este tipo de comportamientos provocan, por ejemplo, que haya gente que lleva mucho tiempo entrenando pero no notan ningún beneficio, o los beneficios son muy escasos. Es más, si nos ponemos exhaustivos, es bastante que aprender mal los ejercicios, repetir muchas veces un gesto erróneo, manejar los pesos sin cuidar nuestra espalda, realizar arcos de movilidad demasiado amplios, y otros gestos nos lleven a ser candidatos de sufrir lesiones.
Pero aquí el único culpable no es “el amigo”, que pretende transmitir lo que sabe. El culpable es también el que se deja asesorar por alguien que sabe que no es un experto, por aprender las cosas sin querer conocer el por qué, y simplemente repetir como un autónoma, sin saber cómo hay que hacer las cosas y por qué. Y ojo, tampoco le quitemos culpa al monitor/entrenador del gimnasio, que los hay excelentes (y muchos, por suerte), pero también los hay de los que explican las cosas igual o peor que ese “amigo del gimnasio” que, como en la foto, más de una vez te puede dejar del revés por no enseñarte bien las a hacer lo que hay que hacer.
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