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sábado, 6 de diciembre de 2014

PREVENCIÓN Y ESQUÍ

Al hablar de posibles lesiones en el esquí, para unos se reflejará la imagen del esquí de pista, para otros la del esquí de montaña o travesía y para otros la del esquí de fondo. La práctica de estos deportes ha ido aumentado progresivamente y, en los últimos años se evidencia, además, un aumento en
 
El tipo de lesiones que pueden sorprender al esquiador se pueden extrapolar de las pistas de esquí convencionales a las zonas esquiables de montaña ya que tanto el medio, como el material y las técnicas de descenso son las mismas o muy similares.
La incidencia de los accidentes en pista oscila entre 3 y 6 accidentados por cada mil esquiadores (dependiendo de la estación de esquí), con una mortalidad de 1 por cada medio millón de usuarios. Como cada vez es mayor el número de practicantes de snowboard en las estaciones de esquí, aumenta paralelamente el número de lesionados en esta disciplina deportiva.
LESIONES Y LESIONADOS
Las lesiones más frecuentes (35%) son las leves (contusiones, quemaduras por fricción o solares, heridas) y las lesiones de rodilla (ligamentos -sobre todo el ligamento lateral interno- y/o meniscos). Las lesiones de extremidad superior suponen entre un 15-20% (luxaciones de hombro, fracturas de húmero, clavícula, cúbito/radio, de la mano, esguinces de muñeca o lesión de la articulación metacarpofalángica del pulgar). Las lesiones de extremidad inferior se cifran en un 40% (rodilla, fracturas de fémur, tibia/peroné o esguinces de tobillo). La causa de los esguinces de tobillo es una bota grande (se ve frecuentemente en los niños) o mal abrochada. Las más graves (5%) como traumatismos craneoencefálicos, fracturas vertebrales o de pelvis, empalamientos o roturas de bazo suelen darse muy esporádicamente. Debido a las botas blandas o semi-rígidas en el snowboard hay más lesiones de tobillo que en el esquí alpino; el hecho de no llevar bastones condiciona también un mayor número de lesiones en las extremidades superiores (muñeca y pulgar) sobre todo.
Foto: Colección Mª Antonia Nerín 
Hematoma producido por una caida en nieve dura. 
En la práctica del esquí de travesía las lesiones traumatológicas son superponibles a las del esquí de pista. En el esquí de montaña se ven con más frecuencia que en el de pista otras patologías propias del medio difícil, hostil y aislado en el que se lleva a cabo la actividad: hipotermias, congelaciones, insolaciones y mal de montaña. Entidades que no suelen verse en los esquiadores de pista ya que éstas disponen de casetas, cafeterías donde resguardarse en caso de mal tiempo, cansancio o lesión y de un rápido sistema de asistencia y evacuación.
En el esquí de fondo las lesiones traumáticas que se producen (por caída o colisión) no difieren de las del esquí alpino, salvo las lesiones de tobillo (prácticamente inexistentes en el esquí alpino desde la aparición de las botas duras y de caña alta). Un grupo importante de lesiones a considerar en este deporte son las microtraumáticas (tendinitis y tenosinovitis a nivel del hombro, el codo y el pulgar).
Los accidentes son más frecuentes en esquiadores entre 16 y 45 años (que son la mayoría de los practicantes), con un pico entre los 21 y los 30 años. En el esquí de travesía -según R. Gárate- los accidentes se dan preferentemente en individuos con edades comprendidas entre los 20 y los 40 años, con un pico de incidencia entre los 20 y los 25.
En estaciones de esquí las causas más frecuentes del accidente suelen ser la velocidad excesiva, el agotamiento (inducido por una mala hidratación y alimentación) y/o la mala preparación física. Algo que se repite en el caso del esquí de travesía donde, además, hay que añadir los factores ambientales, los aludes y la caída en grietas. Las estadísticas en pistas reflejan que los días de mala visibilidad o malas condiciones climatológicas, disminuye el índice de accidentabilidad; mientras que los días soleados y con nieve polvo o recién pisada, se dispara. Esto indica que los accidentes no suelen ser culpa de la nieve ni del tiempo.
En el esquí de montaña, lo que comporta más riesgo son los rápidos cambios climatológicos, los aludes y los cambios bruscos de la calidad de la nieve sobre la que se evoluciona.
PREVENCIÓN
En el Estado español existen grupos de rescate en montaña medicalizados (Asturias, Aragón, Navarra), pero el mejor tratamiento y también el más barato, es la prevención. Ésta se basa en la formación, información y educación.
Foto: Colección Mª Antonia Nerín 
Cartel de recomendación en pistas. 
Es importante realizar cursos de iniciación y perfeccionamiento avalados por las instituciones competentes, acudir a las actividades realizadas por clubs y federaciones, conocer el material específico y la técnica de cada modalidad deportiva y no olvidar los cursos de reciclaje o formación continuada.
Los practicantes de esquí de montaña tienen una mayor formación montañera y alpinística, por norma general, que la que tienen los esquiadores de estación de esquí (muchos esquiadores de pista son también montañeros; pero para la gran mayoría de los usuarios el esquí es la única actividad que practican en montaña, incluso el único deporte que realizan). El conocimiento de la técnica y los materiales más adecuados a cada situación o modalidad son determinantes y debe quedar claro que no se debe esquiar con tejanos, o sin guantes, o sin gafas de calidad. Todos los niños deben llevar casco (de esquiar -no sirve el de la bici o el de los patines-) y los esquiadores de travesía deberían llevar todos ARVA (o LEVA: localizador electrónico de víctimas de alud) para, en caso de alud, poder ser desenterrados con rapidez siempre que quede alguien para hacerlo. No sería descabellado que este aparato también formara parte del equipo de los usuarios de las estaciones de esquí aficionados al "fuera pista".
En cuanto a la información es imprescindible preparar previamente la actividad (sobre todo en el caso de estar fuera de una estación de esquí): recorrido, mapas o reseñas, material imprescindible, tiempos estimados, riesgo de aludes y la previsión meteorológica. Aparte, no está de más conocer los teléfonos de socorro. Incluso cuando se vaya a esquiar en una zona limitada, balizada y controlada como es una estación de esquí; hay que llevar un plano o mapa y tener localizadas las cafeterías, puntos de encuentro y puestos de primeros auxilios. Conocer el riesgo de aludes nos orientará sobre qué zonas deben evitarse. Hay que tener siempre preparada una vía de retirada en caso de que empeore bruscamente el tiempo durante una travesía con esquís. Conocer la red de alerta en caso de accidente y llevar una emisora o teléfono móvil puede sernos determinante en caso de accidente.
Foto: Colección Mª Antonia Nerín 
Rotura de tibia y peroné. 
No está de más, tampoco, tener nociones de primeros auxilios y no olvidar que se está haciendo deporte, por ello hay que hidratarse y alimentarse. Un aporte hídrico y calórico insuficientes disminuye el rendimiento físico e induce a la aparición de fatiga y posteriormente del agotamiento, siendo éstos dos causas de accidentes. Durante la práctica de cualquier deporte se deben beber cada 20-30 minutos unos 150 cc. de agua (mejor si lleva algo disuelto), además de hacer pequeños descansos periódicamente en los que aprovecharemos para aportar calorías al organismo (fruta, baritas energéticas, chocolatinas,...) y hacer estiramientos de los grupos musculares que más se utilicen.
Y uno de los temas más importantes y a la vez más obviados es la preparación física. La gran mayoría de los lesionados, sobre todo en pistas de esquí, no suelen practicar deporte habitualmente. Antes de calzarse unos esquís se debe realizar un pequeño calentamiento de todas las articulaciones (simplemente moviéndolas varias veces) y unos estiramientos (sin que produzcan dolor); posteriormente, ya en pistas, las dos o tres primeras bajadas deben hacerse por pistas sencillas y a poca velocidad. Los practicantes de esquí de travesía suelen tener una mejor condición física de base; el calentamiento y los estiramientos rezan igual para esta práctica deportiva, debiéndose realizar los primeros metros de ascenso de forma pausada hasta alcanzar un ritmo cómodo para nuestro cuerpo.
A modo de conclusión, para evitar los accidentes de montaña durante la práctica del esquí (ya sea en pista o fuera de pista), se deben seguir los consejos de las instituciones (Gobierno autónomo, Protección Civil y Federaciones de Montaña y de Esquí) que se reflejan en las campañas de prevención.
Mª Antonia Nerín
Médico de Urgencias. Hospital de Viella
Especialista en Medicina del Deporte (Univ. de Toulouse)

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