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lunes, 6 de julio de 2015

¿ES BUENO ENTRENAR CON CALOR?


¿Es bueno entrenar con calor?
El verano es una época en la que hay tantos objetivos como corredores:
  • Hay quien lo dedica al descanso activo tras una temporada a tope, alternando otros deportes y corriendo más esporádicamente y a baja intensidad o incluso sin hacerlo.
  • Para otros es el momento de terminar de engancharse al running aprovechando los días largos, las vacaciones y el buen tiempo.
  • Algunos empiezan una dura preparación de cara a objetivos a finales de verano o principios del otoño e incluso se encuentran ya inmersos en competiciones.
  • También hay corredores que salen de lesiones, que quieren mantenerse, etc...
Para entrenar con frío hay quien no necesita más que ponerse una segunda prenda por encima de la camiseta y hay quien, a pesar de ir provisto de mallas largas, ropa térmica, guantes y gorro, no empieza a entrar en calor hasta pasado un buen rato, pero en general es suficiente con llevar el abrigo adecuado a las necesidades de cada uno para poder disfrutar del entrenamiento.
Pero en verano y con el calor todo cambia, aunque vayamos con buenas prendas técnicas, éstas nos darán una protección limitada por lo que hay que tener en cuenta una serie de recomendaciones basadas principalmente en el sentido común para intentar sacar el máximo partido a los entrenamientos, unas recomendaciones que ya conocemos todos, las clásicas, pero bien ciertas, como son las de usar ropa ligera, hidratarnos bien antes, durante y después del ejercicio, evitar las horas centrales del día, bajar la intensidad,… y usar la cabeza para algo más que para llevar la gorra.
Cada uno buscamos la forma de intentar compaginar nuestro objetivo con los horarios y el calor, es decir, cómo realizar el entrenamiento que nos toca bajo las condiciones meteorológicas del verano y las circunstancias personales.
Evidentemente más difícil lo tendrán quienes estén en el periodo preparatorio de una carrera importante, bien por tener que soportar altas temperaturas, bien por tener que cambiar su horario de entrenamiento o ambas cosas a la vez.
A primera hora de la mañana, nada más levantarse cuando el cuerpo está todavía un poco dormido seguramente costará sacar los ritmos, eso no hay que olvidar en ningún momento.
Si, por ejemplo, nos puede salir un rodaje a 4:50 de media en nuestro horario habitual, es probable que nada más levantarnos cueste más entrar en calor y cueste más que el cuerpo vaya rodado. No hay que extrañarse de que el ritmo medio se nos vaya entre 5 y 15 segundos más lento.
En caso de que nos toque hacer intervalos, series, cambios de ritmos, cuestas, etc... debemos hacer un calentamiento más exhaustivo que el habitual en este tipo de sesiones para ayudar a despertar a nuestro organismo y para también reducir al mínimo el riesgo de lesiones. Incluso así es difícil que saquemos los ritmos previstos para este entrenamiento en nuestro horario habitual, pero hay que convencerse de que los entrenamientos que hacemos en estas condiciones tienen mucho valor tanto a nivel de progresión en la forma física como a nivel anímico.
Respecto a quien no tenga más remedio que salir en las horas de más calor, lo principal, lo más importante por encima de todo es extremar las precauciones: hidratación, buena ropa, gorra, gafas de sol...y escuchar a nuestro organismo. Sabemos que es desaconsejable ejercitarse en esas condiciones, no vamos a animar a nadie a hacerlo, pero en caso de entrenar habrá que tener en cuenta que reaccionaremos de forma distinta también. Las pulsaciones estarán más altas por el efecto de ayudar a nuestro organismo a disipar el exceso de calor producido y la sensación de desgaste y/o agotamiento llegará antes que en condiciones normales. No hay que tener miedo de cambiar sobre la marcha el plan previsto, bajar la intensidad e incluso darlo por finalizado antes de tiempo. En condiciones meteorológicas extremas el esfuerzo que vamos a realizar para el mismo ejercicio va a ser mayor y la recuperación peor y a lo mejor no merece la pena pedirnos un sobreesfuerzo porque puede llegar a ser contraproducente y sus consecuencias más negativas que positivas.
A última hora de la tarde cuando el sol cae y las temperaturas van descendiendo es, a priori, una buena ocasión para entrenar, aunque hay personas que por sus ritmos biológicos o sus costumbres prefieran otros tramos horarios. Estos últimos que han decidido pasarse a este momento para evitar el calor se pueden encontrar con que no van a conseguir sacar el rendimiento al que están acostumbrados en sus horario habitual. Un factor añadido que hay que tener en cuenta es que, tras acabar, especialmente si el entrenamiento ha sido exigente, nuestro organismo va a estar cansado del esfuerzo, pero con un cierto grado de excitación que provocará que pase bastante tiempo antes de que podamos conciliar el sueño.
En conclusión, no dejes de entrenar en verano, por supuesto, es una época para disfrutar de este deporte, pero ten muy presente cómo van a afectar a tu rendimiento la combinación de tus objetivos, las condiciones ambientales y el posible cambio en el horario habitual de entrenamiento.
Imanol Loizaga

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