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viernes, 14 de septiembre de 2012

TABACO Y ENFERMEDADES

Tabaco y enfermedades
A finales del siglo XIX empezó a sospecharse que podía existir algún tipo de relación entre el consumo de tabaco y la incidencia de algunas enfermedades. Sin embargo, el vínculo causal de este producto con respecto a distintas dolencias no se demostró científicamente hasta mediados del siglo XX. En la actualidad las evidencias son claras y permiten afirmar que fumar tabaco, y en especial cigarrillos, constituye un factor causal y/o agravante de las siguientes enfermedades.

Enfermedades cardiovasculares

Constituyen la principal causa de muerte en España. El consumo de tabaco es uno de los principales factores de riesgo y es el responsable directo del 30% de todas las cardiopatías coronarias. Debido a su capacidad de favorecer la aparición de arteriosclerosis, los cigarrillos no sólo incrementan la mortalidad y la morbilidad por cardiopatía coronaria, enfermedad arterial periférica y dolencias cerebro-vasculares, sino también el riesgo de padecer angina de pecho y aneurisma aórtico.
El consumo de tabaco, la hipertensión y la hipercolesterolemia son los tres factores que producen un mayor riesgo de cardiopatía coronaria. Sin embargo, el primero, cuando están presentes los otros dos, ejerce un efecto sinérgico sobre la muerte cardiovascular al potenciar los efectos de los otros agentes, y hace que la mortalidad global sea superior a la derivada de la combinación de los efectos independientes de los tres factores.
Cuando una persona deja de fumar disminuye su riesgo de fallecer por cardiopatía coronaria. Este peligro decrece con el tiempo de forma que, transcurrido un año desde que se ha abandonado el consumo, es ya mucho menor, y una vez transcurridos más de 15 años desde que se ha dejado de fumar, se acerca al de una persona que no ha lo ha hecho nunca.

Enfermedades respiratorias no tumorales

El tabaco es el principal factor causal de las enfermedades respiratorias no tumorales. La incidencia de tos y expectoración es tres veces más elevada en los fumadores, que además presentan niveles de función pulmonar disminuidos, así como un riesgo incrementado de bronquitis y otras enfermedades crónicas del aparato respiratorio. Más del 90% de los casos de bronquitis se deben al consumo de este producto.
En la mayoría de los estudios referidos a enfermedades respiratorias, se ha demostrado la existencia de una relación dosis-respuesta; es decir, a mayor número de cigarrillos consumidos diariamente, mayor es la probabilidad de desarrollarlas. El riesgo de contraer una bronquitis se halla influenciado también por la edad de inicio al tabaco, la cantidad diaria fumada y el número de años en los que se ha mantenido dicho hábito.
En las personas que dejan el tabaco se observa una disminución del riesgo de mortalidad en comparación con las que continúan con él. El peligro residual de muerte para los exfumadores está también determinado por la duración previa del consumo, así como por el numero de cigarrillos diarios fumados a lo largo de los años.

Tabaco y cáncer

El tabaco es el principal factor causal del cáncer de pulmón, laringe y cavidad bucal. Su consumo es el responsable del 80 y 90% de los casos de cáncer de pulmón en los hombres y su importancia en las mujeres está aumentando tan rápidamente que, en los países donde éstas empezaron primero a fumar masivamente, la muerte por esta causa ha desplazado al fallecimiento por cáncer de mama, más común entre las mujeres. El riesgo de desarrollar un cáncer de pulmón se halla estrechamente relacionado con el número de cigarrillos fumados y la edad de inicio del consumo. Un solo cigarrillo al día aumenta el peligro de desarrollar un tumor maligno.
El tabaco es también un factor causal bien establecido del cáncer de esófago y de vejiga urinaria. También se asocia el consumo de tabaco con un mayor riesgo de muerte por cáncer de riñón, páncreas y cuello del útero. El tabaco es el responsable directo del 30% de todas las muertes por cáncer. En los de cavidad bucal, laringe y esófago, el consumo de bebidas alcohólicas actúa de forma sinérgica con el tabaco y potencia así su efecto cancerígeno.
Los fumadores que dejan su hábito reducen de forma importante el riesgo de contraer cáncer de pulmón. Así, pasados entre 10 y 15 años desde que se ha abandonado el consumo, el peligro se acerca al de las personas que no han fumado nunca.

Tabaco y problemas de salud para la mujer

Las mujeres, además de estar expuestas a los mismos riesgos que el consumo de tabaco ocasiona en los hombres, están sometidas a otros adicionales. En los últimos quince años, se han empezado a descubrir algunos problemas que este producto provoca de forma específica en las mujeres; entre ellos los más importantes son los siguientes:
Incremento del riesgo cardiovascular en mujeres que utilizan contraconceptivos orales. El tabaco ejerce un efecto multiplicador de los peligros de enfermedades coronarias en las fumadoras que toman anticonceptivos. La posibilidad de padecer un infarto de miocardio en estos casos aumenta aproximadamente diez veces.
Adelanto de la menopausia y osteoporosis. Las mujeres que consumen tabaco sufren un adelanto medio en la interrupción de la menstruación de entre dos y tres años con respecto a las que nunca han fumado. En estos momentos, se está estudiando la posible relación que puede existir entre este hecho y la pérdida prematura de masa ósea.
Consumo de tabaco y arrugas. La aparición de pliegues en el rostro es un fenómeno natural y prácticamente universal entre las personas mayores, ya sean hombres o mujeres. Sin embargo, existen evidencias de que el tabaco produce sequedad cutánea y acelera la aparición de arrugas en la cara de forma prematura. Éste es un fenómeno que si bien no puede considerarse como un problema de salud grave para las mujeres, sí debe ser comentado, aunque sólo sea para contrarrestar la imagen que la publicidad ofrece de las supuestas consumidoras: atractivas jóvenes de rostros radiantes.

Tabaco y úlcera duodenal

La úlcera duodenal es más frecuente entre las personas que fuman que entre las que no lo hacen y existe una clara relación dosis-respuesta que es independiente de cualquier otra posible conexión con el consumo de bebidas alcohólicas o café. Por otro lado, los sujetos que padecen úlcera y no consumen tabaco se curan con mayor rapidez y presentan menos riesgos de recaída.

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