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domingo, 5 de mayo de 2013

CINCO ERRORES AL ADELGAZAR

      

Hay creencias, al hablar de temas relacionados con la alimentación, que no se ajustan a la realidad. Para desenmascarar cinco de estos mitos hemos decidido "presentártelos", por si quieres perder peso y estás pensando seguir una dieta.


Hay errores sobre cuestiones relacionadas con la alimentación que nos han acompañado desde que, prácticamente, tenemos uso de razón. Por ello hemos decidido analizar y "juzgar" cinco de estas "verdades a medias". Nuestra sentencia es:

1) NO ES CIERTO QUE LA FRUTA Y LA VERDURA NO ENGORDAN
Sí, engordan. Ambos son alimentos con poca cantidad de proteínas, con lo cual no son alimentos completos ni regeneran el tejido muscular de nuestro organismo. Además, en los procesos de almacenamiento y cocinado de estos dos productos a veces se pierden sus vitaminas, sin lugar a dudas uno de los tesoros que contienen las frutas y las verduras.
Además no hay que olvidar que ambos alimentos tienen una cantidad significativa de hidratos de carbono, si la comparamos con la de proteínas. Esta relación suele ser de 1 a 20 y hasta de 1 a 30 (entre proteínas y carbohidratos). Y de grasas, las frutas y las verduras, prácticamente no tienen ni una remota porción.
Ello no quiere decir, por supuesto, que no debamos consumir frutas o verduras. Tienen una gran cantidad de fibra, son hidratos de carbono de lo más recomendables y además, en el caso de las frutas, es fácil llevarlas encima y comerlas en cualquier momento.

2) NO ES CIERTO QUE LAS MEJORES "MEDIDAS" SEAN 60-30-10
Entre hidratos de carbono, grasas y proteínas, por este orden. Otras versiones que nos han llegado no varían mucho de la proporción que os hemos dado: 55-30-15, 50-30-20, y porcentajes por el estilo... La cantidad correcta en cuanto a la proporción de los tres grupos de nutrientes siempre hemos leído que, aproximadamente, debe ser la que os significamos. Es decir, más de la mitad de lo que consumimos deberían de ser hidratos de carbono, casi una tercera parte grasas y sobre una sexta, proteínas.
Estos porcentajes "standard", extraídos de la famosa pirámide nutricional, entendemos que no pueden ser válidos para todo el grueso de la población. Dicho de otra manera: ¿debe ser la misma proporción para una persona con sobrepeso que quiere adelgazar, que para un adolescente que está en edad de crecimiento y de complexión más bien delgada? ¿Igual para una persona diabética que para una que no lo es? ¿Para la persona que padece obesidad mórbida y para la que está extremadamente delgada? ¿Para el deportista y para el sedentario? ¿Para un hombre y para una mujer? ¿Para un anciano y para un niño?
Cuando pretendemos adelgazar, debemos ingerir menos calorías. Si nuestra actividad física es importante, no podemos olvidar que nos seguirá haciendo falta combustible (grasas e hidratos de carbonos). Sin combustible no puedes hacer ejercicio, sin olvidar que, cuando adelgazamos, a nuestro organismo le resulta más fácil "quemar" tejido muscular que grasa, ya que esta está más alejada de la propia fibra muscular.

3) NO ES CIERTO QUE CUANTO MENOS COMAS, MÁS ADELGAZAS
Esto no es correcto, y de esta errónea concepción, se deriva el famoso efecto "yoyó". Si ingerimos menos alimentos, nuestro cuerpo tenderá a cambiar los mecanismos de combustión, con lo cual, por lo expuesto en el punto anterior, al perder músculo nuestro gasto basal y calórico se irá reduciendo. Dicho en otras palabras, nuestro cuerpo tendrá menos necesidades calóricas para mantenerse, al menos, bajo unos "mínimos vitales" lógicos.
Por ello os recomendamos el que os nutráis bien, de modo que vuestro cuerpo tenga suficiente energía para realizar una importante actividad física y derivada de ella, os situéis en vuestro "peso ideal" y no en vuestro "ideal de peso", que son dos conceptos distintos.

4) NO ES CIERTO QUE TODAS LAS CALORÍAS, INDEPENDIENTEMENTE DE SU PROCEDENCIA, VALEN LO MISMO
No. El carbohidrato es básicamente combustible, mientras que la grasa, que es un combustible, también pero más complejo de consumir, tiene otras funciones, tales como las de regenerar nuestras células, ayudar a asimilar vitaminas liposolubles, ser reserva energética y aislarnos contra el frío para mantener una temperatura corporal estable, entre otras cosas.
Las proteínas son fundamentalmente "ladrillos" o elementos de regeneración de tejido muscular, y sólo se convierten en combustible en casos más extremos. Por lo tanto hemos de ser conscientes de que, en función de nuestra complexión física y nuestra actividad corporal, necesitaremos consumir más de un tipo de nutrientes, y menos de otros, siempre sin olvidar que, como reza el dicho popular "hay que comer de todo... ¡lo que sea saludable!".

5) NO ES CIERTO QUE HAY QUE REDUCIR LA INGESTA DE GRASAS
Es cierto que un gramo de grasa tiene normalmente el doble de calorías que un carbohidrato "bueno". Pero como os hemos comentado anteriormente en el punto 4, las grasas son imprescindibles y saludables para nuestro cuerpo.
Sorprende ver que en los supermercados las estanterías de las góndolas se llenan de productos que anuncian a bombo y platillo que son bajos en grasas, pero en cambio están repletos de azúcares simples originalmente calóricos y poco nutritivos.
Tener grasa es importante (siempre, por supuesto, que no sea excesiva), ya que si nos "desprendemos" de ella, nuestro gasto basal aumenta, ya que tenemos menos tejido adiposo para abrigarnos, y nuestro cuerpo precisará mayor cantidad de energía para mantener en calor el tejido muscular. Dicho de otra forma, nuestro gasto basal "mínimo", aumentará.
De hecho, el tener una suficiente cantidad de grasa elimina o minimiza la posibilidad de que surja el tan temido efecto "yoyó", o círculo virtuoso en negativo: cuanta más grasa y menos músculo tengamos, nuestro metabolismo y gasto basal serán menores, y por ello cada vez tendremos, de nuevo, más grasa y menos músculo. Con esta tesis pretendemos justificar que tampoco es bueno que tengamos una cantidad de grasa excesiva.
De lo que se trata es de que tengamos la proporción de grasa necesaria para que nuestro organismo pueda consumirla cuando la precise, y de que la relación entre músculo y tejido adiposo sea la más racional.
Es fundamental, por lo tanto, que no nos saltemos ninguna comida, porque cuando esto sucede, el cuerpo interpreta que va a haber una carestía de alimentos, y, por lo tanto, intenta retener mayor cantidad de tejido adiposo por si en el futuro la precisa consumir como fuente de energía "de emergencia".

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