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martes, 8 de abril de 2014

ALCOHOL, EJERCICIO Y TESTOSTERONA


El consumo de alcohol es menor entre atletas por sus probados efectos negativos sobre el rendimiento. Se sabe que el entrenamiento de fuerza afecta a las concentraciones de testosterona en sangre, y esta mayor biodisponibilidad se relaciona con algunos efectos del entrenamiento de fuerza, especialmente la hipertrofia muscular. Recientemente se han publicado los resultados de un estudio (Vingren y col, 2013; Med Sci Sports Exerc 45: 1825) en el que los autores investigaron la biodisponibilidad de testosterona y del medio endocrino anabólico en respuesta a una ingesta de alcohol (etanol) después de un ejercicio estandarizado de fuerza. Los voluntarios realizaron en dos ocasiones 6 series de 10 repeticiones de squats. Justo después del ejercicio consumieron 1,09 g de etanol/kg, o un placebo, obteniendo muestras de sangre post-ejercicio. Los resultados mostraron que entre los 140 y 300 min post-ejercicio las concentraciones de testosterona, testosterona libre e índice de andrógenos libres fue mayor en las condiciones de consumo de alcohol.


Este estudio demuestra que la ingesta de alcohol (etanol) después del entrenamiento de fuerza provoca un mayor aumento de la concentración y biodisponibilidad de testosterona en sangre. A nivel práctico, hemos de ser cuidadosos en la interpretación y sobre todo difusión de estos resultados, pero probablemente los resultados de esta investigación simplemente avalen lo que muchos ya sabíamos: “una cervecita después del esfuerzo puede ser considerado como una parte más del entrenamiento”

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