El ejercicio es un elemento fundamental para el mantenimiento de la salud ya que, además de ayudar a quemar calorías, reduce la grasa corporal, mejora la fuerza de los músculos, contribuye al mantenimiento de los huesos y presenta efectos positivos sobre el sistema cardiovascular. Sin embargo en algunos casos puede sorprender el hecho de que al realizar ejercicio en vez de bajar de peso, éste aumente.
La formación de músculo
A la hora de llevar a cabo un plan de pérdida de peso conviene combinar dieta y ejercicio. De este modo es más fácil eliminar los kilos de más. Sin embargo, conviene saber que personas con sobrepeso, es decir, aquellas que no tienen un exceso de peso muy elevado y que por tanto no entrarían en rangos de obesidad, pueden sorprenderse al observar cómo su peso aumenta a pesar de llevar una dieta adecuada y realizar ejercicio.
Este incremento de peso se debe a que la actividad física contribuye a la formación de masa muscular. El músculo pesa más que la grasa por lo que el peso de la persona aumenta. Sin embargo este dato no es negativo ya que el ejercicio además de disminuir la grasa y aumentar la masa muscular, ayuda a reducir volumen y a moldear la figura, por lo que los resultados son muy gratificantes aunque no se vean del todo reflejados en la báscula.
Para obtener estos resultados es necesarios realizar ejercicio físico de forma habitual, con constancia, y acompañarlo además de una dieta personalizada y equilibrada que contribuya a la pérdida de peso y al mantenimiento de la salud.
La dieta, pilar fundamental
A la hora de perder peso el ejercicio es importante, pero su función es la de complementar la dieta. Si se realiza ejercicio pero no se cuida la alimentación, los objetivos de reducción de peso no se van a conseguir o se darán más lentamente.
Es importante llevar a cabo una dieta individualizada elaborada por un experto en nutrición, aunque de modo general se pueden dar las siguientes recomendaciones:
- Limitar la presencia de alimentos ricos en grasa. Se recomiendan por tanto los lácteos desnatados, las carnes menos grasas como lomo, magro y solomillo de cerdo, filete y solomillo de cordero, aves sin piel y conejo. También se aconseja limitar salsas elaboradas con yema o nata, mayonesas, los quesos semicurados y curados, así como las frituras y los productos de pastelería y bollería.
- Vigilar la presencia de alimentos ricos en hidratos de carbono simples y no abusar de ellos. Algunos de estos alimentos son el azúcar, la miel, la mermelada, los zumos y bebidas azucaradas en general, las golosinas, el chocolate...
- Conviene aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra como verduras y hortalizas, legumbres, frutas y cereales integrales, ya que poseen un alto poder saciante.
- Resulta útil fraccionar la alimentación en varias tomas al día para evitar picar entre horas, ya que de este modo el estómago tiene la sensación de que nunca está vacío.
- Evitar alimentos con un alto contenido en calorías pero con un aporte insignificante de nutrientes como por ejemplo snacks, refrescos, bebidas alcohólicas...
- Cocinar más a menudo con técnicas que no añadan grasa al alimento como horno, plancha, cocción, rehogados con poco aceite o incluso guisos y estofados con carnes y alimentos poco grasos y con cantidades limitadas de aceite.
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