1. No confundas actividad con intensidad.
Asegúrate de que está preparado/a mentalmente antes de empezar tu entrenamiento. La intensidad de tu sesión involucrará a tu mente y a tu cuerpo en cada movimiento que hagas. Es cierto que si tu entrenamiento ha sido menear un poco el cuerpo, menos dará una piedra. Pero si de verdad estás dispuesto/a a llegar a tu meta, mantén tu mente en la tierra.
2. Lleva un diario y rétate.
Llevar un registro de tu entrenamiento hará que puedas ver lo que estás mejorando y aumentar tu motivación al ver la meta cada vez más cerca. Además podrás volver a ver entrenamientos antiguos y tratar de superarlos.
3. Incorpora movimientos de cadena cerrada y abierta en todos los entrenamientos.
Los ejercicios de cadena cerrada hacen que trabajen varios músculos al mismo tiempo. Por ejemplo: sentadillas, fondos de brazos, zancadas, etc. Por otro lado los movimientos de cadena abierta sólo trabajan predominantemente un único grupo muscular: curo de bíceps, extensión de piernas, extensión de tríceps, etc.
4. Concéntrate en el tempo, la forma, el rango de movimiento y los descansos.
Hacer tus repeticiones más rápido, hacer descansos largos o realizar repeticiones parciales también tienen cabida en los programas de fuerza. Sin embargo, si siempre haces tus rutinas de esta manera, tus resultados llegarán mucho más tarde. Intenta hacer las repeticiones lentas, disminuyendo los tiempos de descanso y concentrándote en como se contrae y estira tu músculo en cada movimiento.
5. Haz cardio pero no evites las pesas.
Sobre todo para las mujeres esto es más difícil, mientras que para los hombres siempre suele ser así. Sin embrago, si siempre haces trabajo cardiovascular y no tocas los hierros por miedo a coger peso y llegar a parecerte a Hulk, acabará haciendo de ti una persona pequeñita y delgadita sin un cuerpo bien definido. Debes incorporar trabajo de fuerza en tus sesiones para lograr el cuerpo que de verdad quieres.
Álvaro Pedroche
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