Cada vez hay más gente que se
aficiona a salir a correr, como algo de lo que es difícil separarse una vez se
le coge el gusto, pero en lo que es también muy importante saber lo que se hace,
o de lo contrario la salud puede verse afectada. Este fin de
año, por ejemplo, hemos visto que va siendo común la participación en carreras
organizadas por las distintas ciudades (como la de San Silvestre, que ha sido
celebrada en muchos puntos de España).
Este tipo de eventos son una forma de coincidir con otras muchas personas con
las que compartimos la afición del deporte, pero es conveniente tener
cierta preparación para disfrutarlas al máximo. Además, no sólo
se celebran en fin de año, aunque quizá sean estas las que tienen mayor
repercusión, por lo que nunca es mal momento para lanzarse y,
preferiblemente siguiendo unas pautas adecuadas, participar en una.
Aunque la preparación física es obviamente un factor determinante, en este tipo de pruebas, así como en otras de distancias mayores como maratones, es igualmente fundamental la alimentación, así como la hidratación. Con esto, me refiero tanto a las horas previas a la propia competición, como al momento de su realización, e incluso en los momentos posteriores, en los que la recuperación es muy importante. Un dato en general muy recomendable es que no es conveniente hacer pruebas durante la competición.
Esto quiere decir que debemos haber probado con anterioridad qué alimentos (barritas, geles, batidos, bebidas) nos sientan bien, y no nos producen molestias en la digestión, por ejemplo. Aunque no es beneficioso que los entrenamientos se lleven a cabo con la misma duración e intensidad que la competición, sí puede ayudarnos hacer una prueba cada cierto tiempo, que además nos permitirá probar los alimentos que nos van mejor.
En caso de que finalmente vaya a participarse en una carrera organizada, no está de más enterarse bien de cómo está organizada, la distancia entre puntos de avituallamiento, qué encontraremos en ellos… Es preferible no improvisar nada, sabiendo lo que se va a llevar encima y lo que se va a aprovechar de lo que ponen a nuestra disposición.
En estas carreras, en función de la intensidad del esfuerzo y de la propia humedad y temperatura ambiente, se pueden llegar a perder varios litros de agua a través del sudor. Pero no sólo agua, sino también una gran cantidad de sales minerales, como sodio y potasio. Cuando la deshidratación supera el 2%, el rendimiento se empieza a ver comprometido, y cuando pasa del 4%, pueden llegar a aparecer los mareos y otras alteraciones.
Para contrarrestar las pérdidas, es necesario ingerir cantidades similares a lo que eliminamos a través del sudor. Podemos calcular aproximadamente dichas pérdidas en entrenamientos anteriores, pesándonos antes y después de la actividad física para saber cuál es la diferencia, de forma que podamos equilibrar en entrenamientos o competiciones posteriores. Una gran opción son las bebidas isotónicas, que normalmente incluyen sodio e impiden las consecuencias (en algunos casos graves) de las bajadas de este elemento. Con ellas también evitaremos generalmente los calambres, aunque pueden sustituirse por agua y geles o alimentos que complementen.
La alimentación es fundamental
Aunque la preparación física es obviamente un factor determinante, en este tipo de pruebas, así como en otras de distancias mayores como maratones, es igualmente fundamental la alimentación, así como la hidratación. Con esto, me refiero tanto a las horas previas a la propia competición, como al momento de su realización, e incluso en los momentos posteriores, en los que la recuperación es muy importante. Un dato en general muy recomendable es que no es conveniente hacer pruebas durante la competición.
Esto quiere decir que debemos haber probado con anterioridad qué alimentos (barritas, geles, batidos, bebidas) nos sientan bien, y no nos producen molestias en la digestión, por ejemplo. Aunque no es beneficioso que los entrenamientos se lleven a cabo con la misma duración e intensidad que la competición, sí puede ayudarnos hacer una prueba cada cierto tiempo, que además nos permitirá probar los alimentos que nos van mejor.
En caso de que finalmente vaya a participarse en una carrera organizada, no está de más enterarse bien de cómo está organizada, la distancia entre puntos de avituallamiento, qué encontraremos en ellos… Es preferible no improvisar nada, sabiendo lo que se va a llevar encima y lo que se va a aprovechar de lo que ponen a nuestra disposición.
Hidratación
En estas carreras, en función de la intensidad del esfuerzo y de la propia humedad y temperatura ambiente, se pueden llegar a perder varios litros de agua a través del sudor. Pero no sólo agua, sino también una gran cantidad de sales minerales, como sodio y potasio. Cuando la deshidratación supera el 2%, el rendimiento se empieza a ver comprometido, y cuando pasa del 4%, pueden llegar a aparecer los mareos y otras alteraciones.
Para contrarrestar las pérdidas, es necesario ingerir cantidades similares a lo que eliminamos a través del sudor. Podemos calcular aproximadamente dichas pérdidas en entrenamientos anteriores, pesándonos antes y después de la actividad física para saber cuál es la diferencia, de forma que podamos equilibrar en entrenamientos o competiciones posteriores. Una gran opción son las bebidas isotónicas, que normalmente incluyen sodio e impiden las consecuencias (en algunos casos graves) de las bajadas de este elemento. Con ellas también evitaremos generalmente los calambres, aunque pueden sustituirse por agua y geles o alimentos que complementen.
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