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sábado, 10 de noviembre de 2012

ENTRENAMIENTO EN ALTURA

El entrenamiento en altura está de moda. Son muchos los deportistas que se animan a mejorar su rendimiento en un contexto de baja concentración de oxígeno, aunque los expertos solo recomiendan esta práctica a los deportistas de élite. ¿Quieres saber por qué?

¿En qué consiste el entrenamiento en altura?

Cada vez que hay un evento deportivo de primer nivel se habla mucho en los medios de comunicación del entrenamiento en altura. Se trata de una práctica que cada día gana más adeptos en el mundo del deporte profesional. Y es que acudir a una zona de altura para entrenarse en un contexto de baja concentración de oxígeno, y así rendir mejor al volver al nivel del mar, está de moda entre los deportistas profesionales, sobre todo en aquellos deportes en los que la resistencia cobra una especial importancia.
Aunque no existe consenso en la comunidad científica sobre los beneficios de esta práctica, diversos estudios y los resultados cosechados por los deportistas que entrenan en altura parecen confirmar la idoneidad de estas sesiones de alto rendimiento. Pero si bien existen dudas sobre los beneficios que reporta, no ocurre lo mismo con sus riesgos, más que probados para el sistema cardiovascular y nervioso, por lo que los expertos sólo recomiendan este tipo de ejercitación para deportistas de élite.
Es muy importante que esta serie de entrenamientos esté planificada y seguida al detalle por un equipo de expertos, por lo que las personas que no cuenten con el asesoramiento de estos profesionales no deben someterse a estas sesiones si no quieren perjudicar tanto su nivel de forma como, lo que es más importante, su salud.

Riesgos del entrenamiento en altura

El problema de entrenar en altura es el tiempo de exposición. Además de producir más glóbulos rojos, se producen otros cambios en el organismo que hay que controlar. El metabolismo se acelera, quemando más calorías, por lo que controlar la dieta es un requisito fundamental.
Además, al ganar altitud, la sangre del organismo tiende a ser más espesa, lo que en casos de larga exposición puede desencadenar serios problemas cardiovasculares.
Aun así, el peligro más importante son las consecuencias de la hipoxia (falta de oxígeno) sobre el sistema nervioso. El cerebro y los órganos sensoriales son especialmente sensibles a la falta de oxígeno y se pueden llegar a sufrir efectos irreversibles. Cuando se viaja en un avión, por ejemplo, si se produce una despresurización de la cabina a una altitud elevada, los ocupantes pierden el conocimiento en cuestión de segundos por la falta de oxígeno. Por este motivo, todos los pasajeros cuentan con una mascarilla que deben utilizar en caso de necesidad, como se hace hincapié en las explicaciones de seguridad previas a un vuelo efectuadas por el personal de cabina.
En los entrenamientos de altura, los efectos de la hipoxia son progresivos. El peligro es que los primeros síntomas son euforia y ausencia de la sensación de peligro, por lo que no hay ningún indicador o señal de alarma para el deportista que no cuente con la vigilancia y el seguimiento adecuados. Después se produce el entumecimiento de varios órganos, cansancio general y, finalmente, se pierde el conocimiento. Aunque estos síntomas, por lo general, se producen a partir de los 6.000 metros de altura, a los 1.200 metros ya se pueden apreciar algunas señales de hipoxia, como la pérdida de visión nocturna. A partir de los 2.000 metros, se reduce la capacidad mental y, si se superan los 3.000 metros, se puede incluso perder la capacidad de raci

Cómo se practica el entrenamiento en altura

Generalmente, los deportistas de élite entrenan entre los 1.500 y los 2.500 metros de altura. El tiempo mínimo para que los efectos perduren es de una semana, y el máximo para garantizar un buen estado físico es de tres semanas.
Para realizar este entrenamiento hay que atravesar primero cuatro fases durante el periodo de aclimatación, ya que no se puede empezar a practicar deporte en estas altitudes de forma brusca.
En primer lugar, en una altura media, no se producen alteraciones físicas evidentes, aunque el cuerpo ya está empezando a acostumbrarse.
Después llega la acomodación, aumenta la ventilación pulmonar y el ritmo cardíaco.
La tercera fase consiste en episodios de euforia y depresión, que no deben durar mucho tiempo o se estaría hablando del mal de altura. Una vez superado, el ritmo cardiaco se normaliza y la aclimatación está completa.
Pueden iniciarse entonces las tablas de entrenamiento. En general, estas suelen ser menos intensas que a nivel del mar, ya que el esfuerzo al que está sometido el cuerpo humano es mayor y, por tanto, se incrementa la posibilidad de que se deteriore la salud con el sobreesfuerzo.
Por lo general, los expertos recomiendan vivir a una altura mayor y entrenar por debajo de esa cota, establecida entre los 2.400 y 2.800 metros. De esta forma, se logra que el organismo se acostumbre a la hipoxia y se puedan intensificar los entrenamientos en zonas más bajas. Sin embargo, otros deportistas de élite optan por el sistema contrario. Se alojan a una altitud suficiente para lograr la aclimatación, y después suben a cotas superiores para forzar el organismo.ocinio. Se ha establecido que a partir de los 8.000 metros se considera mortal.


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