Por desconocimiento, en muchas ocasiones tachamos de vaga o juerguista a una persona que se duerme en su puesto laboral, sin llegar a plantearnos que exista una enfermedad del sueño. En España, entre un 20 y un 48 por ciento de la población adulta sufre dificultad para iniciar o mantener el sueño en algún momento, según datos manejados por la Sociedad Española de Neurología (SEN).
El trastorno de sueño más frecuente es el insomnio, seguido del síndrome de las piernas inquietas y del síndrome de apneas-hipopneas del sueño. Pero hay otros menos conocidos como la narcolepsia, que afecta a unas 25.000 personas en España, las parasomnias no REM y el trastorno de conducta de fase REM, que pese a ser menos frecuentes también afectan seriamente a la población española.
Muchos estudios recientes señalan la importancia del sueño en adultos y en niños. Y es que cuando no se duerme adecuadamente hay un menor rendimiento cognitivo, baja la concentración y, entre otras alteraciones cognitivas, se producen fallos de memoria, cambios bruscos de humor y alteraciones en el proceso de toma de decisiones.
Además, no solo se ve afectada la capacidad intelectual y el rendimiento, sino que aumenta el riesgo de hipertensión y la probabilidad de sufrir un ictus, sin olvidarnos de un incremento de la probabilidad de desarrollar otro tipo de enfermedades como Parkinson o Alzheimer.
Pero, ¿cuánto hay que dormir? Se han presentado diversos trabajos que han relacionado la falta de sueño, generalmente inferior a 6 horas, con aumento del riesgo vascular o con disminuir la esperanza de vida. Así, el término medio y adecuado es dormir unas 7-8 horas diarias. Dormir más puede ser síntoma de enfermedad como narcolepsia, depresión, etc.
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