Musculo clave en la recuperación de lumbalgias.
Es
de vital importancia que en los procesos de lumbalgia de nuestros
pacientes evaluemos con precisión el estado de los psoas y del
diafragma.
El psoas se origina en los discos, cuerpos
vertebrales desde D12 a L4 y en las apofisis transversas de L1 a L4 (
generalmente L5 está libre de inserciones del psoas). El cuerpo carnoso
del psoas descendiente lateralmente al raquis lumbar para pasar a la
fosa iliaca interna en su camino hacia el trocanter menor del fémur.
Está inervado por el Nervio crural ( L1 – L3).
En los espacios que dejan sus inserciones
encontraremos la cadena simpática laterovertebral, por lo que el espasmo
del psoas tiene gran repercusión simpaticotónica sobre el abdomen y
MMII.
El espasmo bilateral del psoas puede lordosar o
cifosar la columna lumbar en función del estado previo de la mismo, en
este sentido es un músculo ambivalente al igual que el ECM en la columna
cervical.
El espasmo unilateral provocara una columna lumbar en NRS con rotación contraria y lateroflexión homolateral.
Al atravesar al diafragma por su arcada
correspondiente el espasmo del psoas afecta al diafragma y viceversa.
Encontraremos en la clínica con frecuencia disfunciones del
hemidiafragma del mismo lado del psoas en espasmo.
Debemos tener en cuenta además que la contracción del
psoas, debido a su enorme ventaja mecánica, provoca el aumento de la
presión de los discos intervertebrales, . Si el espasmo del psoas se
perpetua la nutrición discal se verá afectada, y junto con el aumento de
la presión intradiscal y la tracción de las inserciones del músculo en
los propios discos, conllevará la siguiente deshidratación, edema
peridiscal, irritación de estructuras nerviosas y al final síntomas
discales y radiculares a nivel lumbar.
En procesos discales agudos y subagudos, la simple
relajación de los psoas y del diafragma como trabajo fundamental de la
primera sesión clínica, pueden reducir espectacurlarmente los síntomas
del paciente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario